Su jefe era un tirano por el día y un playboy por la noche; y él solo era su asistente hasta que le propone un nuevo contrato.
-¿Cómo su asistente personal?
-No. Como mi prometido.
¿Qué puede suceder cuando ambos se detestan y tienen que actuar ena...
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Jimin entró a la casa, estaba en silencio pero sabía que Jungkook estaba en su despacho. Colgó su abrigo y se quitó los zapatos para caminar hacia la cocina solo con calcetines.
No tardó en preparar dos tazas de café, él bebió el suyo y luego cogió el otro para llevárselo a Jungkook.
Subió las escaleras con cuidado de no quemarse y cuando estaba delante de la puerta del despacho, abrió despacio asomando su cabeza. Su esposo estaba con las luces apagadas, concentrado en la computadora.
—Jungkook, necesitas luz. —dijo Jimin, entrando y encendiendo las luces—. Le haces daño a tu vista. Seguro ya es necesario que uses unos lentes —dejó la taza de café sobre el escritorio—. Te pediré una cita.
Jungkook solo sonrió negando.
—Mierda, me estoy haciendo viejo. Jeon Jungkook usando gafas para leer.
Jimin comenzó a reír.
—Sí, ya eres un viejo a tus treinta años. Estoy seguro que te quedarán bien.
Jungkook ante aquel comentario, se apoyó en el respaldo de su asiento y se cruzó de brazos, mirándolo con la ceja enarcada.
—¿Ah, sí? ¿Me estás diciendo que estaré todavía más bueno con lentes?
—Y-yo no he dicho nada.
Un Jimin totalmente sonrojado se levantó.
—Prepararé la cena, así que baja —salió casi corriendo del despacho y Jungkook solo pudo carcajearse.
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