𝐋𝐎𝐎𝐊 𝐀𝐓 𝐌𝐄 ||
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El Gobernador ataco la prisión, se perdieron vidas, pero también se hicieron nuevos amigos que finalmente se convertiran en su familia...
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(Nota de la autora: Todo esto sucede antes de la muerte de Glenn y Abraham)
Hace un par de meses que llegamos a Alexandria, y días atrás comenzaron las nevadas invernales.
Glenn y Maggie propusieron hacer algo así como una "navidad", aprovechando el buen estado en el que está la comunidad. Rick dijo que podría ser en su casa, así que ellos se encargarían de la decoración (que probablemente serían un par de velitas y en vez del mantel blanco de siempre, un mantel rojo)
Fijamos una fecha que nos diera tiempo suficiente para ver si podíamos encontrar algún regalo. Tara y yo encontramos uno para Maggie, otro para Judith y otro para Glenn.
—Nessa, apúrate, Rosita y Abraham ya se fueron—Tara golpeó la puerta del baño.
—Ya voy, un segundo.
Termine de cepillar mi cabello y salí del baño.
—Wow...luces fabulosa—Murmure, al verla en su vestido rosa.
—Lo mismo digo—Me dio un corto beso, que le seguí con otro un poco más duradero.
—Podríamos quedarnos aquí—Propuse, abrazandola.
—Maggie se va a enfadar...además, quiero ver a Judith celebrar su primera navidad.
—Uh, esta bien.
Recogimos los regalos que llevaríamos y nos encaminamos hacia la casa Grimes, donde ya estaban todos.
—Llegas tarde—Dijo Maggie, al abrirnos la puerta—Estábamos apunto de cenar.
—Lo siento. ¿Que hay de cenar?
—Sopa, y espaguetis. Aunque no hay demasiado. Ah, y Carol hizo galletas.
Pasamos al comedor, donde habían dos mesas ya preparadas para que cenaramos. Salude a todos con un abrazo, hasta que Rick y Carl nos llamararon a comer.
Quede sentada entre Carl y Tara, y Tara quedó junto a Glenn.
—Hagamos un brindis—Propuso Glenn, poniéndose de pie y levantando su vaso de jugo de manzana—¡Por la navidad apocalíptica!
—¡Por la navidad apocalíptica!—Exclamamos, haciendo chocar nuestros vasos.
Todos comenzamos a comer, mientras charlábamos entre nosotros. Cuando terminamos, nos quedamos allí haciendo sobremesa. Mientras conversábamos, Judith pasaba de brazos en brazos, con cada uno de nosotros dándole mimos.
