V!

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De pronto, Agostina sintió el frío de la noche abrazar todo su cuerpo.

Julián la tenía agarrada en sus brazos. Ella no pudo evitar recordar todo lo que había sucedido tan solo minutos antes ahora que el alcohol se había ido por sorpresa de su cuerpo. Ahora, consciente, no podía evitar pensar. "Por Dios, acabo de hacer un papelón", "¿Qué pasó con Enzo?", "¿Dónde están todos?".

-Mhm- se removió ella- ¿Qué pasó, Juli?- preguntó. Al observar su alrededor, notó que estaba en una de los autos que los había llevado a la fiesta desde la AFA. Solo que... estaba sola con Julián.

-Nada, morocha. Te desmayaste hace un rato y estamos volviendo a la AFA. Todos siguen en el boliche, es temprano todavía. No te preocupes.- Respondió él, dejando un beso en su frente y acomodándola mejor encima de él.

El auto se estacionó y los dejó bajar. Agos, ya lúcida, podía caminar sin caerse.

-Julián, no es necesario que me sostengas, estoy bien en serio, mirá- Agos lo soltó e hizo la pose del cuatro. Recordó cuando, de adolescente, se emborrachó por primera vez y Julián le dijo que la haga: "Juntá tus manos, como si estuvieras rezando, y subí una pierna. Si no te caes, es porque estás bien". En su momento, la primera experiencia con el alcohol le jugó una mala pasada y cayó al piso. Pero, ahora, no le pasó nada. Hizo la pose e incluso sintió que podía quedarse así por horas.

-Bueno. Te creo, pero dejame abrazarte mientras caminamos, al menos.- Julián la tomó por los hombros y se dirigieron a su habitación.

En el trayecto, Agos notó que tenía algo puesto que no era de ella. Un buzo negro. El buzo negro de Julián. Y al notarlo, se levantó una compuerta que dejó pasar todo el perfume de hombre resguardado entre la tela abrigada del buzo. Cuando vio a Julián con detenimiento, notó que había quedado solo con una camisa blanca entallada y con esa cadenita plateada que colgaba de su cuello.

Y a Agos le pareció irresistible.

Cuando entraron al pasillo donde estaba la habitación de Agostina, notó una presencia en el umbral de su puerta. Enzo estaba esperándola.

Julián Álvarez la estaba abrazando por los hombros y Enzo Fernández la estaba esperando en la puerta de su habitación.

-¿Qué hacés acá?- pregunta Agostina mirando directamente a Enzo.

-Te estaba esperando, quería ver cómo estabas. Vengan, entremos.- Respondió él.

Enzo abrió la puerta de la habitación de Agostina. ¿Cómo? Ni ella pudo descifrarlo.

La noche estaba estrellada y se asomaba por la ventana abierta del cuarto. El frío aclimataba la habitación a la perfección.

Los tres entraron, y ella se sentó en el sofá a sacarse los zapatos. Julián no tardó en sentarse a su lado, y Enzo en pararse delante de ella para luego ponerse en cuclillas, quedando su cara a la altura de las rodillas de Agostina.

Ella sintió una mano recorrer su espalda, la mano de Julián. No tuvieron que pasar muchos segundos para sentir que Enzo apoyaba sus manos en los muslos de ella, teniendo un contacto directo con la piel de Agostina.

De pronto, Julián había puesto una mano en la barbilla de ella para guiarla a sus labios y besarla con desespero. Agostina sintió un hormigueo en su pecho. Una sensación tan rara como anhelada en el lugar más recóndito de sus deseos.

Enzo comenzó a subir sus manos por los muslos de ella. Desabrochó el botón de sus shorts y se deshizo de ellos con destreza, mientras Julián descendía los besos al cuello de Agos. Ella sentía que cada parte de su cuerpo que era tocada por las manos de Enzo era marcada con el calor de su tacto. Se sentía tan cálido como ardiente. Tan cómodo como pasional. El contacto entre Enzo y ella era algo que comenzaba a desesperarla por más.

𝗠𝗔𝗥𝗢𝗢𝗡 ⎯  julián álvarez & enzo fernández.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora