5 de noviembre, 2022. Lisboa, Portugal.
Enzo debía sincerarse y admitir que había extrañado su vida en Lisboa, el ritmo que llevaba y al aire fresco de noviembre que respiraba. El volver al Benfica fue una bocanada de aire puro, amaba la selección pero había acostumbrado su ritmo a esto, a un club.
Cuando estaba acá podía disfrutar más de la presencia de Otamendi, el capitán del equipo. Era admirable la manera en que él guiaba el equipo a pesar de su escaso casi nulo conocimiento del portugués, tenía una relación excelente con todos; Ota era un tipazo, no había chances de llevarse mal con él. Todas las tardes compartían litros de mate y charlas a veces llenas de chismento y otras veces charlas más profundas. Estaban así hasta que el Sol caía.
Enzo se dió cuenta que ahora que estaba en el seleccionado cierta cantidad de jovencitas se le insinuaban. No notaba eso en Argentina porque básicamente vivía en la AFA, ahora en Portugal se dió cuenta de que en el supermercado, afuera del Estadio, en el banco... las mujeres lo seguían. No le daba mucha importancia, pero si lo shockeaba un poco.
Él tenía la mente puesta solo en una mujer.
En fin, las mañanas de él empezaban temprano con unas medialunas y café (las medialunas eran su permitido del día, aunque no podía evitar reírse cuando las veía, le hacían acordar a cierta morocha... fotógrafa...). Después de comer se cambiaba para ir al club, agradecía que junto con la ropa le daban camperas porque había llevado; tan acostumbrado al calor pre veraniego de Argentina, se olvidó que en Lisboa estaba al borde de la época fría del año.
Armó su mochila con una botella de agua, una muda de ropa, toalla y desodorante. El estadio del Benfica quedaba a pocas cuadras de su departamento, así que iba caminando con unos anteojos de Sol a pesar del clima bastante nublado. Se clavaba los auriculares con cumbia al palo de fondo e iba feliz por las calles Portuguesas.
Los entrenamientos eran agotadores, pero por lo menos tenía una frívola brisa de consuelo, allá en la AFA lo único que recibía eran quemaduras bajo el Sol, gracias a eso estaba todo mal bronceado, le arruinaba la facha... o sea siempre estaba facha, pero ahora tenía manchones quemados, bronceados, despelechándose y blancos, parecía un mapamundi.
Procuró tomar Sol de manera correcta en las vacaciones.
Volviendo a su día, ya había llegado al club, como salía bien temprano se evitaba el lidiar con fanáticas (no es que le molestaran, pero a veces prefería disfrutar de su tiempo en soledad). Dejó su mochila en los amplios vestuarios y, casi trotando, salió a la cancha.
Saludó con la cabeza a sus compañeros de equipos y se acercó a Schmitd para estrecharle la mano; era un buen director técnico, algo arrogante y frío, pero bueno y muy profesional claramente. Nadie se le comparaba a Scaloni, que básicamente era un pibe más del plantel, lo extrañaba a veces e mañanas como estas.
Scaloni era un tipo sumamente impredecible, una caja de sorpresas, nunca sabías que esperar de él. Un día te podías encontrar con su mejor cara de orto y otros días te podías encontrar con un nene de cinco años que comió 40 sugus rojos gritándote por un megáfono.
⎯ ¿Qué onda papá?- Otamendi lo saludó palmeándolo en el pecho.
⎯ Todo cheto ¿Y vos, Nico? ¿Cómo arrancaste la mañana?
⎯ We, para el re culo.- Bufó. - Me quedé sin yerba para los verdes y acá no la venden, estos portugueses de mierr...
⎯ Bueno tranqui que te sacan el puesto eh. Yo tengo en el depto, si querés trasladamos la tarde de Leos Matiolis para allá.
⎯ Epa.- Abrió los ojos interesado. - Me gustó esa Enzaso, me sirve eee.
⎯ Y pero obvio papá, pedimos unas medialunas de paso.- Agostina, medialunas. Agostina, la extrañaba. Agostina. Agostina. Agostina.
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𝗠𝗔𝗥𝗢𝗢𝗡 ⎯ julián álvarez & enzo fernández.
Fanfiction⎯ Cuando 𝗝𝘂𝗹𝗶𝗮́𝗻 Álvarez, amigo eterno de la infancia, interrumpe la vida monótona de 𝗔𝗴𝗼𝘀𝘁𝗶𝗻𝗮 𝗣𝗮𝘇 𝗖𝗲𝗻𝗶𝗾𝘂𝗲𝗹, todo cambia por completo. De pronto, se ve envuelta en un ambiente al que no estaba acostumbrada, ejerciendo fotog...