XXXII

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15 de noviembre, 2022. Doha, Qatar.

Aterrizaron todos en distintos horarios.

Enzo había viajado desde Lisboa en un vuelo directo y bastante agobiante. Cada vez que debía viajar, odiaba sentir cómo sus pies iban hinchándose de a poco y cómo sus oídos se tapaban dolorosamente, sin mencionar que sentía que su alma dejaba su pecho cada vez que el avión hacía un movimiento brusco en el aire. Llegó a Catar durante la madrugada, y no pudo concebir bien su sueño en el plantel exclusivo de la selección.

Por lo que había entendido, Licha y Cuti estaban concentrando juntos, compartiendo la habitación 13, y eran los únicos dos que habían llegado.

Ya eran las cinco de la madrugada, y Enzo no pegaba un ojo. Intentó dos horas atrás ir a golpear discretamente la puerta de sus dos compañeros, pero no obtuvo respuesta alguna. No le quedaba otra opción que volver a su habitación a intentar dormir un poco. Sabía que, horas más tarde, comenzaría el entrenamiento para el 22 de noviembre, el debut mundialista.

Cuando se recostó y su torso desnudo chocó con las sábanas, sintió un breve frío recorrer su cuerpo. Pasó como un rayo a lo largo de su columna, despertando su mente, haciéndolo recordar los días previos.

Desde que, en una de sus noches de insomnio, supo que mientras él estaba acostado sufriendo la distancia, Agostina y Julián habían estado comiendo en un restaurante lujoso de Londres tomados de la mano... y que ella le había mentido. Y no solo eso, sino que lo había hecho descaradamente, casi que sin piedad.

Puso su brazo sobre sus ojos, presionando contra ellos, quizá tratando de enviar las aguas cristalinas de nuevo a su lugar de origen, quizá lográndolo, quizá fracasando.

A partir de esa madrugada caótica donde comenzó a gestarse la sensación de traición dentro de Enzo, no había hablado mucho con Agostina; quizá sus acotadas conversaciones eran un intento en vano de olvidarse de ella. Habían tenido solo algunas charlas, donde ella insistía en hablar por teléfono, ignorando el hecho de que le mintió respecto a su paradero; donde él no se atrevía a preguntar cómo había sido su día, por miedo a que ella le vuelva a mentir.

Una pregunta resonaba en la mente de Enzo sin cesar: ¿Por qué?

¿Por qué la mentira?

¿Por qué todo tiene que costar tanto?

¿Por qué... por qué... por qué?

Ahora todo era como un déjà vu, de aquella vez cuando Agostina y Julián volvían juntos de Calchín, o de cuando todos rumoreaban que estaban en pareja y que pasaban noches juntos.

Enzo no sabía que Agostina estuvo distraída pensando en sus facciones incluso estando en Inglaterra, con su mejor amigo, yendo a partidos de élite y saliendo a las mejores fiestas. No sabía que Agostina soñaba con él desde que dejó Calchín, desde que devolvió ese te quiero. No sabía que ella ansiaba llegar a Qatar para encontrárselo y seguir fortaleciéndose junto a él.

Ella quería progresar junto a él, pero él no lo sabía.

Y así, hundido en una duda irremontable, durmió hasta que amaneció.

...

-¡ARRIBAAAAAAAAAAAAAAAA!- Enzo escuchó golpes desenfrenados en su puerta y se removió bajo las sábanas al sentir el sol picante contra su cara. Scaloni estaba casi que arremetiendo contra las puertas de todas las habitaciones, despertando a los demás jugadores.

¿Rutina? Sí. Como siempre. Cepillada de dientes, acomodarse los pelos y salir de la habitación. Parecían ser las once de la mañana, a pesar de no haber visto el reloj.

𝗠𝗔𝗥𝗢𝗢𝗡 ⎯  julián álvarez & enzo fernández.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora