XV.

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8 de octubre, 2022. Buenos Aires, Argentina.

Campamento: día 1.

Cuando llegaron, Agostina se dio cuenta porque el micro sucumbió ante el agite de los jugadores. Igual, ya era casi una costumbre que su estadía con ellos sea una fiesta constante. Parecían egresados.

Julián, a su lado, también se había quedado dormido luego de unas intensas partidas de truco. Sinceramente, no sabía cuántas horas de viaje habían sido, pero calculó que unas tres, porque al llegar todos estaban reclamando un almuerzo.

Ella rio ante la desesperación de los muchachos.

Pensó "porqué carajo vinimos al medio de un bosque si, prácticamente, la AFA está adentro de uno". Pero bueno, tampoco le molestaba.

-Tulita, vamos a armar las carpas- Julián habló. Todavía no habían almorzado ya que la orden de Scaloni había sido clara: 1. carpas, 2. almuerzo, 3. libertad.

-Sí, sí, vamos.- respondió ella.

-Mirá que la tuya la armás al lado de la mía, eh. No hay discusión.- Exclamó él con una sonrisa.

Ella solo asintió.

Las carpas que tenían eran una cortesía de la AFA, con el escudo y sus detalles estrellados. Buscaron un lugar y comenzaron a levantarlas; Agostina, al lado de Julián; Enzo, a varios metros de distancia de ellos -pero teniendo acceso visual directo a sus carpas-, al lado de Lautaro y el Tucu.

Julián había intentado ayudar a Agostina a armar su tienda, pero ella solo respondía: -Tu mansplaining no me va a opacar, hijo de puta, yo puedo sola. Y él reía a pesar de que la carpa de ella se había derrumbado cuatro veces seguidas. 

Hasta que pudo, la carpa se mantuvo de pie.

Julián se acercó a ella y la abrazó por la cintura, riéndose.- Yo sabía que podías, Tulita.- Dijo, y se inclinó a besarla en los labios. Su intención era un beso corto y amoroso, pero ella le impidió el contacto. 

-Nos pueden ver acá, Juli.- Agostina le había corrido la cara sutilmente, y el beso fue a parar a la mejilla de ella. Tras correr su cara, sus ojos pasaron de estar posados en los de Julián a estar fogosamente mirando el cuerpo de Enzo, levemente sudado por haber levantado tres tiendas seguidas.

-Hijos de puta. ¡Me están explotando! Nunca más les ofrezco ayuda.- se lo escuchó decir a Enzo a lo lejos, mientras Lautaro y el Tucu estaban sentados en una reposera con lentes puestos y una lata de cerveza sin alcohol en sus manos, riendo porque el morocho había caído en su trampa. 

Ella sonrió con su cabeza apoyada en el cuello de Julián, pero mirando a otra persona. 

...

Estaban almorzando. La mesa era muy extensa, de hecho eran muchas mesas de madera una al lado de otra, formando una cadena donde todos puedan tener lugar para sentarse. Comían en el medio del bosque, con olor a pasto mojado y sintiendo picazón por los mosquitos. 

La comida era un clásico: sanguchitos de miga con Coca Cola. 

-Juli, no sabía que podían comer esto mientras entrenaban.- le dijo ella por lo bajo a Julián.

-Ese es el punto, no estamos entrenando.- le respondió con una sonrisa pícara, pero luego desvió la mirada cuando sintió al Kun Agüero hablar para todos.

-Muchacho', me imagino que todos se copan con un fulbito más tarde.- dijo en voz alta.

-Si Kuni, pero primero dejame bajar el sánguche que me estoy clavando si no querés que te vomite la cancha.- dijo el Papu. Ante la expresión, Di María lo pateó por debajo de la mesa: -Alejandro, estamos comiendo, no digás barbaridades te lo pido por favor.- El Papu solo rodó los ojos tras la observación de Ángel.

𝗠𝗔𝗥𝗢𝗢𝗡 ⎯  julián álvarez & enzo fernández.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora