18 de diciembre. Doha, Qatar.
La final del mundo: parte 1.Y sin querer queriendo, dejaron que esa espesa e inescapable marea los arrastre por todo el océano hasta llegar a las más pacificas costas. La marea alta del destino los fue empujando por una corriente de altibajos hasta llegar hasta donde ahora están parados.
¿Y quién diría que un simple golpe podía significar tanto? ¿Y quién diría que las blasfemias podían evolucionar en te amos? ¿Y quién diría que de tan desmedido odio podía salir tanto cariño, que antes yacía encarcelado?
Hasta el más mínimo detalle parece encajar en el rompecabezas de la vida cuando la persona correcta está a tu lado. Todo está escrito en las estrellas, cada lunar, cada cabello y cada problema... están hechos para que alguien pueda amarlos. A veces despotricamos porque nadie parece entendernos, porque no tenemos "un alguien" al final del día, pero lo bueno siempre tarda en llegar. Eventualmente todas las piezas caen en su lugar.
Una vez que el rompecabezas está resuelto sobre la mesa, la satisfacción invade el sistema, todas las lágrimas y peleas valieron la pena. Ver cada símbolo dibujado y cada acertijo acertado, con la luna y el sauce supervisando cada pisada del camino desde un costado. Un clavel rojo decorando la superficie y un plato con una medialuna al lado.
La magia de entender que el retroceso lleva al aprendizaje y que la pérdida es un paso hacia adelante.
La mañana era coronada por los radiantes rayos de un sol de diciembre, el clima dictaba un hermoso día, un bello temporal. Hoy se jugaba la final del mundo, los nervios e interrogantes se hallaban en los labios de todos; hoy el país argentino se unía como nunca antes, con la esperanza rebosante por aquella tercera estrella que, esta vez, no iba a ser un astro fugaz, esta vez todos se iban a encargar de atraparla, por el capitán.
Agostina se removía en la cama, había dormido bastante mal, la incertidumbre y las nauseas hacían que ruede por todo el edredón tratando de acallar esos intrusivos pensamientos.
Los brazos de Enzo se aferraban a su cintura, él buscaba el confort en la piel de ella hoy como tantas otras veces. Sus párpados estaban cerrados con fuerza, como si quisiera evitar que el sueño se escapara de sus retinas, no quería levantarse y tener que enfrentarse a la presión que era ese dieciocho de diciembre.
Pensar que la primera vez que durmieron juntos yacían bajo un árbol, acompañados por la luna llena y una incómoda superficie rocosa. Ahora están en una cama, su cama prácticamente, en un balance equitativo, los dos están sobre una cómoda superficie, con sus respiraciones entrelazadas al igual que sus almas. No tenían obstáculo alguno de por medio, eran ellos dos contra el mundo. Agostina sacaba lo mejor de Enzo y Enzo sacaba lo mejor de Agostina, era así. Sin darse cuenta fueron sanando heridas con el paso de unos pocos días.
Tenían entre ellos un código tan único e íntimo que todo aquel que fuera ajeno a su relación, no lo iba a entender. Sus miradas bastaban para comunicarse lo que pensaban, sus toques casi involuntarios delataban lo que las palabras callaban. Eran un libro abierto el uno para el otro, conocían desde la portada hasta la contraportada, desde el prólogo hasta el epílogo. Parecía que se conocían de toda la vida cuando en realidad solo habían pasado tres meses.
El tiempo es tan subjetivo, con la persona correcta, este se detiene y a la vez vuela, no podemos controlarlo, pero sí atesorarlo y apreciarlo. Por eso Enzo y Agostina hacían valer cada uno de sus besos, abrazos, charlas y descansos.
Los ojos de Agos se abrieron, descubriendo que su nariz besaba suavemente la de Enzo, sonrió ante la inocente caricia y se quedó admirando las facciones de su novio, comparando con todas aquellas veces anteriores que lo había hecho. Se dio cuenta que finalmente se sentía en paz con la persona que estaba, se sentía suficiente y lo amaba con todo su corazón.
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𝗠𝗔𝗥𝗢𝗢𝗡 ⎯ julián álvarez & enzo fernández.
Fanfic⎯ Cuando 𝗝𝘂𝗹𝗶𝗮́𝗻 Álvarez, amigo eterno de la infancia, interrumpe la vida monótona de 𝗔𝗴𝗼𝘀𝘁𝗶𝗻𝗮 𝗣𝗮𝘇 𝗖𝗲𝗻𝗶𝗾𝘂𝗲𝗹, todo cambia por completo. De pronto, se ve envuelta en un ambiente al que no estaba acostumbrada, ejerciendo fotog...