XXXIV!

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22 de noviembre, 2022. Doha, Qatar.

Desde hace seis días Enzo se escabulle por las noches en la habitación de Agostina. Duermen juntos y despiertan envueltos en el otro, pero sin cruzar el límite de los roces tiernos en la breve desnudez nocturna de sus pieles: Enzo solo ataca con sus labios el cuello y los hombros de Agostina, y ella se retuerce al sentirlo; Agos solo limita sus toques a rozar la espalda de él con la yema de sus dedos suavemente.

Julián había comenzado a compartir sus noches con el Cuti en su cuarto tras las ausencias diarias de Enzo, y se sentía aliviado por la presencia de Cristian a su lado durante las noches. Solían reír hasta tarde, tapados hasta la frente y susurrando boludeces de una cama a la otra. Las noches con un mejor amigo son definitivamente algo que Julián anhelaba desde hace tiempo. Agradecía tener a Agostina tan cerca, trabajar junto a ella después de no verla por tanto tiempo lo hacía sentirse lleno, pero a veces recordaba sus noches de adolescente junto a sus amigos: se juntaba con sus diez confidentes a jugar a la pelota durante las noches solitarias y seguras de Calchín, y luego viraban hasta pernoctar en la casa de quienquiera que los reciba. Cuti lo hacía recordar esos tiempos, especialmente; pero, al fin, agradecía estar rodeado de todo un plantel de jugadores que lo hacían sentir como en casa.

Bueno, en fin. Enzo y Agostina dormían con la calidez del otro ya a diario, pero esta noche, el 24 volvió a dormir con el 9.

Scaloni les dio órdenes claras a todos: cada uno a su cuarto, buen descanso. Este día, esta noche, sería crucial para todos. Por fin llegaba el debut, los esperaba un partido contra Arabia Saudita en tan solo pocas horas.

Habían estado preparándose desde hace meses para este momento. Llevaban 36 partidos invictos, 0 derrotas en 3 años. Todo el mundo palpitaba el triunfo predilecto de ese enfrentamiento.

Así que, tras las medidas totalmente respetables de Scaloni, Enzo durmió en su habitación junto a Julián. No pudieron conciliar el sueño rápidamente. Se quedaron hablando hasta las 3 a.m sobre cosas que ni ellos se esperaban. Hablaron de fútbol, lo cual es esperable; hablaron de sus comidas favoritas, encontrándose con que ambos matarían por un pancho en ese preciso momento; hablaron sobre vivir en distintos países, y se vulneraron al ver que sufrían la distancia y la soledad de la misma forma que el otro. Mimetizaron, fueron confidentes por una noche, e incluso rieron a carcajadas mirando videos en Youtube, teniendo que tapar sus bocas para que las risas no recorran los pasillos.

-Mirá, boludo. Yo a este Davo lo amo, me miro todos los streams. -Enzo.

-Noooo, amigo. Poné ese, el video ese donde reacciona a goles de Riquelme, por favor. -Julián.

-Es un cago de risa, por Dios, hermano...

Esas charlas fragmentadas los distrajeron del nerviosismo por saber que se enfrentarían a su primer partido en un mundial. Un mundial. Un MUNDIAL.

En fin, se contuvieron mutuamente hasta caer dormidos. Al final de todo, eran más amigos de lo que recordaban

Del otro lado del predio, Agostina dormía con un nudo en el estómago. Estaba nerviosa por lo que venía, además de sentir que algo faltaba a su lado -pff, no era porque extrañaba el calor de Enzo, era porque se había acostumbrado a dormir acompañada. A cualquiera le pasaría ¿o no?-.

El partido sería a las 12 del mediodía, y ella debía estar parada al lado de la banca para sacar fotos lo más cerca posible. Pensaba levantarse temprano, desayunar, compartir un rato con Julián, con los chicos, con Enzo. Quería acompañarlos para que todo sea liviano, para ver si podía calmar sus propios nervios.

Soñó tensamente toda la noche, incluso cuando los rayos revitalizadores del sol trataron de colarse sin permiso por la ventana. Su sueño se interrumpió por esa luz matutina.

𝗠𝗔𝗥𝗢𝗢𝗡 ⎯  julián álvarez & enzo fernández.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora