9 de octubre, 2022. Buenos Aires, Argentina.
Campamento: noche 2.
Enzo estaba allí, con su remera número 13 de River. Mirando a la noche, tal vez deseando que esta lo absorba, tal vez deseando poder dormir, tal vez, tal vez, tal vez...
La realidad era que él pensaba en ella y en el día que habían tenido. Pensaba en lo talentosa que era como fotógrafa y lo bien que le fue en arquería. Pensaba también en la capacidad que tenía para sacarlo de eje, para volverlo loco, celoso y muchas veces, cuando las cosas no jugaban a su favor, malhumorado. No entendía nada de lo que estaba sintiendo ya que nunca había sentido algo como esto.⎯ ¿Enzo?- Agostina le tocó el hombro y él se volteó abruptamente, el toque lo tomó desprevenido. Al ver que era ella, su mirada se suavizó y respiro el aire que había contenido por el susto.
⎯ Hola.- soltó casi sin aire.
⎯ Hola.- contestó ella. - ¿Qué haces acá afuera?
⎯ Podría preguntarte lo mismo.
⎯ Pero qué chico terco.
Él se rio. - No podía dormir, por eso estoy acá.
⎯ Ah.- dijo mientras chistaba la lengua. - yo tampoco puedo dormir.
Hubo unos momentos de silencio algo incómodo entre los dos, pero no era un silencio sepulcral, era un silencio adornado de los sonidos de su alrededor, los sapos croando, las chicharras cantando, los grillos chillando, hasta la luna parecía susurrar un poema de lo bonita que se veía. Estaban envueltos por la oscuridad y su magnífica e incierta lobreguez.
⎯ Eu...- Enzo rompió el silencio y Agostina levantó la mirada para hacerle saber que lo estaba escuchando, que prestaba atención a cada palabra que salía de sus labios. - ¿Viste la laguna a la que íbamos a ir hoy?- Ella asintió, dios, los ojos de Agos destellaban como cientos de constelaciones dibujadas en el cielo y eso lo distraía, le costaba concentrarse. -Bueno, estaba pensando que capaz, podemos ir...- Lo soltó sin más, sin adornos ni anestesia, total ¿Qué tenía por perder? la velada aún era joven, y sabía que al sueño no iba a encontrar por más que no lo parara de buscar.
Y ahí estaba de nuevo, ese brillo particular que emanaban esos ojos castaños tan hipnotizantes. Enzo veía en sus ojos lo que Van Gogh en las estrellas, una inconmensurable y divina belleza, digna de ser inmortalizada en un cuadro y colgada en un museo.
⎯ ¡Sí! Me encantaría.- Su entusiasmo y su sonrisa le hicieron creer al castaño que, tal vez, esta noche no iba a ser tan pesada y aburrida como planeaba. Y capaz, por primera vez, no iba a pasar una de sus noches de insomnio acompañado de la soledad. La adrenalina de la noche por delante le sacudía el corazón.
Tomó con delicadeza la mano de Agos y la chispa que desprendió el contacto de sus palmas le hizo saber que todo iba a estar bien, y eso le gustó, tal vez demasiado, tal vez lo suficiente para no querer soltarla en todo el camino por miedo a perder ese sentimiento de estabilidad que tanto buscó.
Ambos se adentraron en el bosque. Agostina estaba confiando ciegamente en Enzo, tal como lo había hecho esa tarde melancólica bajo el sauce. Confiar era una palabra desgastada en el diccionario de su vida, había arrancado la página varias veces y la había pegado unas tantas otras. No era algo fácil para ella dejarse llevar y abrazar por alguien que no fuera Julián, y hoy, acompañada por la luna, decidió hacerlo, decidió abrir la canilla y dejar el río fluir por el canal que tenga que ir. Y se sentía bien, por primera vez sentía que el agua iba a tomar el camino correcto y derivar al mar.
Ninguno sabía bien qué era lo que el destino estaba tejiendo entre los dos, si era amistad o si era algo más, decidieron que era mejor ignorar los ovillos de lana desacomodados, pactaron indirectamente que iba a ser mejor ver el proyecto cuando estuviera terminado, o casi.
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𝗠𝗔𝗥𝗢𝗢𝗡 ⎯ julián álvarez & enzo fernández.
Fanfic⎯ Cuando 𝗝𝘂𝗹𝗶𝗮́𝗻 Álvarez, amigo eterno de la infancia, interrumpe la vida monótona de 𝗔𝗴𝗼𝘀𝘁𝗶𝗻𝗮 𝗣𝗮𝘇 𝗖𝗲𝗻𝗶𝗾𝘂𝗲𝗹, todo cambia por completo. De pronto, se ve envuelta en un ambiente al que no estaba acostumbrada, ejerciendo fotog...