XLII.

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13 de diciembre, 2022. Doha, Qatar.

Los días siguientes al incidente fueron bastante tranquilos y llevaderos. Agos se mantenía en reposo por los puntos recién saturados. Vivía a base de películas, editar fotos de entrenamientos viejos y mimos, sobretodo mimos. Enzo estaba súper pegote desde ese día, cada vez que volvía a la habitación y la veía allí acostada con su compu se derretía de la ternura y felicidad, le bastaban unos segundos para llegar hasta ella arroparla en sus brazos y besarla. Agos se sonrojaba y reía sonoramente con cada uno de sus besos. No le importaba si estaba chivado después del entrenamiento, solo le importaba el roce cálido de su piel.

Él se pasaba las noches curando sus heridas con delicadeza, ella se quejaba un poco, molesta por el dolor, pero se llevaba una recompensa de abrazos al terminar.

¡Ay! Amor... me duele. Se removió en la cama mientras abrazaba fuertemente un peluche que Enzo le había comprado cuando salió del hospital, era una vaquita rosada, Agostina amaba las vacas.

Perdón, tengo que limpiar bien, sino te vas a enterar lo que es el dolor si se te llega a infectar. Pero eso no va a pasar bajo mi guardia. Sus ojos estaban totalmente enfocados en el algodón que pasaba suavemente por la lesión; debido a la concentración sacaba un poco la lengua por el costado de su boca involuntariamente, Agos se moría de dulzura cada vez que lo veía hacer eso.

Pero me arde. Afirmaba su agarre en la pequeña vaca, cerraba los ojos fuertemente. Le impresionaba el fuerte olor del antiséptico y la textura del algodón sobre su carne expuesta.

Y bueno, es eso o que te tengan que amputar media cabeza morocha... Y cuidado con ese peluche, lo vas a asfixiar. Rio mientras miraba a la cosa rosada secretamente pedir ayuda con esos ojos negros vidriosos.

A mi me vas a asfixiar con el olor asqueroso ese hijo de puta, me quemó todos los pelos de la nariz. Arrugó la cara, asqueada.

Sos una mariquita, ya enseguida termino.

Apurate.

Sí, señora.

Los puntos, por suerte, evolucionaron bastante rápido, y los doctores pudieron cambiarle el vendaje por un parche, lo cual era mil veces más estético y cómodo. Agostina se miraba a cada rato al espejo para tratar de acostumbrarse a su nueva imagen provisoria.

Agradecía que todo fue superficial, la situación podría haber acabado en una catástrofe total. Podría haber acabado con una contusión por el impacto de su cabeza contra el suelo, o podría haber sido todo muchísimo peor por pérdida de sangre, si Julián no hubiese estado ahí no sabía si la suerte hubiese estado de su lado. Agradecía tanto tenerlo como ángel guardián siempre.

Los médicos le permitieron, como la herida no fue tan... profunda, volver a su trabajo hoy. Ella exhaló aliviada, no quería perderse la semifinal por nada en el mundo. Tenía estrictas indicaciones de no hacer esfuerzos grandes, ni movimientos bruscos, por suerte su profesión no precisaba de ninguno de esos dos ítems.

Cuando volvió del hospital, luego de su chequeo rutinario, entró a su habitación y se encontró a Enzo expectante por su llegada, tenía un clavel rojo en la mano y había una bandeja de desayuno en el extremo de la habitación. Agostina se sorprendió.

⎯ ¿Qué haces boludín? Vos no podes estar acá.⎯ Ella se cruzó de brazos en el marco de la puerta, fingiendo enojo.

⎯ Ah... bueno me voy si ya no me querés.⎯ Un tinte de ofensa recorrió sus palabras. Amagó con levantarse y Agos corrió hasta donde estaba manteniéndolo en su lugar.

𝗠𝗔𝗥𝗢𝗢𝗡 ⎯  julián álvarez & enzo fernández.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora