XXVI.

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18 de octubre, 2022. Buenos Aires, Argentina.

Ella llegó a la AFA y corrió rápidamente hacia el pasillo de Julián. No logro siquiera despedirse de Enzo, igualmente no tenía la fuerza para hacerlo. Durante el viaje de regreso al predio ella se sostuvo del torso de él, y él rodeaba su cintura con ambas manos. Enzo cuidaba de Agostina, ambos seguían erráticos tras el acto de recién, pero a ella se le sumaba una preocupación más.

Cuando Julián abrió la puerta, Agostina lo miró preocupada.

No duraron mucho cara a cara. Él salió corriendo inmediatamente mientras retenía el vómito hasta llegar al baño. Ella se adentró al cuarto y lo siguió hasta donde estaba. Lo encontró con la cabeza casi hundida en el inodoro.

Agostina frotó una mano por su propia frente, sin saber qué hacer. Julián estaba ahí, destrozado físicamente, un poco peor que ella.

-Agos...-susurró él. La mano de ella pasó de estar en su propia frente a frotar la espalda de Julián mientras largaba todo.

-Tranquilo.- dijo ella.

Él terminó de vomitar y se sentó en el piso, descorcentado. Estaba mareado, tenía la lengua floja. Sus manos hormigueaban un poco y su cabeza daba giros y giros. Agostina notó eso, pero no tenía la fuerza suficiente para ayudarlo; ella también sentía un dolor punzante instalarse lentamente en su cabeza y un mareo inminente.

Ella se sentó junto a él en el piso del baño. La luz dicroica apuntaba directamente a sus nucas, la ventana estaba abierta y, por eso, el aire fresco se renovaba a cada segundo. Con las piernas estiradas en el piso y el torso adolorido contra la pared, Julián habló sin mirarla a los ojos.

-Hola. -Ni siquiera esbozó una sonrisa al hablar. Su voz sonaba rota, pero era por tanto vómito. A pesar de los restos de alcohol en su cuerpo, su mente estaba más despierta que nunca.
Sus ojos no se encontraron como siempre lo hacían.

-Hola.- susurró ella.

Un silencio inédito se había creado entre ambos, sus pechos jadeaban por respuestas. Lo tenue de la luz quería incursionarlos en un sueño violento, y la pesadez de la fiesta colgaba de sus cuerpos con brutalidad; eso no sería un detenimiento.
Julián sintió la necesidad de largar todo, pero esta vez, con palabras.

-No podemos seguir con esto.

Ella tragó en seco. -¿Eh?

-No podemos seguir haciendo lo que hacemos, Agos.

-¿Hacer qué?- preguntó ella, desentendiéndose.

-Ya sabes de lo que hablo. No servimos para esto.- respondió él.

Seguían sin mirarse a los ojos.
Ella se quedó en silencio. La música del boliche seguía retumbándole en el pecho, y seguía manteniendo el calor de los labios de ellos retenidos en su cuello.

-Yo no soy boludo, yo sé que te pasan cosas con alguien más.- dijo Julián con tanta serenidad que ella se descolocó.

-No sé eso yo. No sé lo que me pasa, Juli.- respondió ella, sincerándose, pero sintiendo su pecho temblar.

-Para mi, nosotros somos un punto aparte.- Julián. -¿Viste como...- se quedó pensando, evidenciando esa leve presencia de alcohol que quedaba en él.- ¿Viste como las almas gemelas? Bueno, yo creo que somos algo así. Pero viste que las almas gemelas no son solo puro romanticismo...- siguió hablando. -Vos sos mi alma gemela porque sé que después de esta charla vamos a seguir adelante siendo lo que éramos antes. Esa es mi certeza de que cuando te elegí como mejor amiga, no la pifié. -Cuando terminó de hablar, Julián esbozó una sonrisa de realización. Ella no logro ver sus labios curvarse, pero la gracia amigable con la que pronunció las últimas palabras fue el detalle que lo delató.

𝗠𝗔𝗥𝗢𝗢𝗡 ⎯  julián álvarez & enzo fernández.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora