IX.

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22 de septiembre, 2022. Buenos Aires, Argentina.

Agostina no veía a Julián desde antes del episodio con Enzo y sus jefes.

Sinceramente, no le preocupaba mucho, sabía que volvería a verlo en cualquier momento.

Luego de su charla con Enzo, ella volvió pensativa a su habitación. Se acostó en su cama mirando al techo como si allí se encontraran las respuestas a todas sus dudas. Todavía sentía la calidez del chico que la consoló en sus brazos, trataba con fuerza de retener el perfume de él. Cuando se percató de dónde estaba -tirada en la cama, habiendo olvidado sus problemas gracias a la ayuda de Enzo Fernández- se incorporó y le envió un mensaje a Julián.

Agos:
-Juliáaan ✔✔
-Julio. Respondeme, hijo de puta. No me claves el visto ✔✔
-Mañana desayunamos juntos, va? ✔✔
-voy a tener que tomar eso como un sí. nos vemos mañana, te quiero. ✔✔

Agh. Si habÍa algo que fastidiara a Agostina, era cuando Julián la ignoraba de esa forma; que, por cierto, no sucedía nunca.

Ya era tarde y la noche ventosa sacudía las ventanas de su habitación. Se levantó a buscar comida y regresó al cuarto, cruzándose solo con el Huevo Acuña en el comedor, quien le regaló una sonrisa silenciosa ya que parecía estar hablando por teléfono con su mujer. Agostina sintió calidez ante ese gesto.

Volvió al cuarto y comió tranquila, pensando en todo lo que había sucedido con su trabajo -con Enzo-, en todo lo que le había dicho Scaloni -en Enzo-, recordando ese sauce que la mantuvo a salvo en el momento donde su exigencia le jugaba en contra -recordando los brazos cálidos de Enzo, resguardándola desinteresadamente, con empatía-.

Cayó dormida y despertó casi diez horas después. Se preparó para ir a desayunar con Julián, su plan era sencillo: café y facturas en el cuarto de su mejor amigo. Nada podía salir mal.

Se dirigía a la habitación de Julián, con los brazos rebalsando de cosas, pero se detuvo al escuchar la voz de un hombre del cuerpo técnico.

-Ey, nena- le habló el hombre, con palabras que, dichas sin esfuerzo, sonarían vulgares, pero con el tono acogedor de su voz, le recordaba a cuando su abuelo la llamaba de la misma forma que este señor, nena.- Primero, buen día, ¿cómo estás? Scaloni me dijo que, si te cruzaba, te avisara que tenés el día libre. Desde temprano se fueron todos a entrenar a un campo un poco lejos, van a volver más tirando a la noche, y como no necesitaban que saques fotos, te dieron el día.- Terminó de hablar, y Agos respondió cálidamente.

-Buen día, muchas gracias por avisar, ¿quiere una medialuna?- preguntó ella. Porque sí, cargaba con tantas medialunas en un plato... medialunas para ella y Julián. Pero ahora no tenía con quien compartirlas.

-Gracias, nena. Podes tutearme.- el señor tomó una factura y, tras decir eso, dejó sola a Agostina en el pasillo.

Regresó a su habitación dejando solo lo necesario para un desayuno individual. Ella sola, sin Julián.

...

Unas horas más tarde, Agostina salió de la habitación. "No puedo creer que estoy viviendo en la AFA y todavía no recorrí todo esto" pensó. Así que tomó su cámara, se la colgó en el cuello y fue a explorar el predio.

Dentro de la AFA, había tantos pasillos que parecía un laberinto. La mayoría concluían en lugares comunes, como salas de estar, el comedor o lugares donde se realizaban reuniones numerosas. No era tan asfixiante como suena, había tantos ventanales que la única luz que se usaba durante el día era pura cortesía del sol. Agostina notó todo tan desolado... se notaba que la chispa ardiente y divertida residía en la presencia de todo el plantel. Cada jugador, cada técnico, cada entrenador, cada entrenadora. Toda la magia estaba en la actitud unida de todos. Igualmente, ella disfrutó tener esa soledad que extrañaba de su pueblo.

𝗠𝗔𝗥𝗢𝗢𝗡 ⎯  julián álvarez & enzo fernández.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora