XL.

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9 de diciembre, 2022. Doha, Qatar.

Julián había seguido a Agostina, trotaba tras ella tratando de alcanzarla, no sabía a donde estaba yendo. Trataba de gritarle pero ella estaba demasiado ensimismada. La vio meterse en un grupo de gente peleándose.

Todo pasó muy rápido. 

La gente era más alta y la bloqueaban, escuchó gritar algo en inglés y luego una botella se alzó chocando contra alguien. Las personas se apartaron horrorizadas y Julián observó como su mejor amiga colapsaba en el suelo.

⎯ ¡Agos! ⎯ Gritó en la distancia, corrió tan rápido como nunca. 

Pocas veces Julián había sentido que el mundo se le derrumbaba, pero nunca lo había sentido tanto como hoy. 

Se arrojó al suelo colocando su cabeza en su regazo. Sin pensarlo mucho, se sacó el chaleco que tenía puesto y ejerció presión en la herida abierta que su amiga tenía en la cabeza. Ella estaba totalmente inconsciente. Julián lagrimeaba mientras les gritaba a las personas a su alrededor por ayuda, todos estaban en shock.

⎯¡Por favor! ¡Ayúdenme!⎯ La gente se mantuvo estática, muchos se alejaron disgustados por el grotesco escenario. Los agresores se habían ido corriendo luego del golpe. ⎯ Hijos de puta.⎯ Murmuraba bajo su aliento.

Con pocas fuerzas tomó su celular y llamó entre sollozos a Scaloni, las manos le temblaban, le costó muchísimo buscar el contacto. Él respondió enseguida y lo derivó con el hospital.

⎯ Ya vienen, ya vienen...⎯  Susurraban mientras acariciaba el rostro inmóvil de su mejor amiga.  

Una ambulancia llegó a los pocos minutos. La sangre empapaba la tela que estaba contra la frente de Agostina, las ropas de Julián también estaban teñidas de carmesí. Su mente viajaba a los lugares más terribles mientras la sostenía allí, tenía muchísimo miedo, una vida colgaba de sus manos. 

Subieron al vehículo rumbo al hospital, no entendía nada de lo que los enfermeros decían, pero observaba como hacían presión con gasa sobre el corte, observaba como chequeaban sus signos vitales, sus pupilas, sus reflejos neurológicos. Él se sentía en un trance, la desesperación lo carcomía, sus dedos estaban entumecidos de tanto apretarlos. Las lágrimas brotaban solas de sus ojos, no iban a parar, probablemente inundaría toda la ambulancia.

Con su celular mandó un mensaje, tenía pocas fuerzas y poca voluntad para hacerlo, pero debía, sabía que así lo hubiese querido ella.

Con su celular mandó un mensaje, tenía pocas fuerzas y poca voluntad para hacerlo, pero debía, sabía que así lo hubiese querido ella

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Maldecía en voz baja mientras sus ojos paranoicos escaneaban todo a sus alrededores. Su presión descendió mordazmente al darse cuenta de que cambiaban el paño de la frente de Agostina cada cinco minutos, la sangre no paraba de escaparse por la herida, fluía por todos lados.

Quería vomitar, pero no del asco, sino de todo el estrés que estaba sintiendo. Su amiga inconsciente por una estúpida pelea en una ambulancia, él vio cómo ella se desvanecía en sus brazos, él vio el ataque, él la sostuvo y él estaba manchado con su sangre.

𝗠𝗔𝗥𝗢𝗢𝗡 ⎯  julián álvarez & enzo fernández.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora