17 de octubre, 2022. Buenos Aires, Argentina.
La madrugada de Agostina fue difícil, aproximadamente a las tres se despertó y no volvió a pegar el ojo. Se la pasó rodando, enredándose en las sábanas y en sus mil ideas. Reproducía Ahí Vamos de Cerati una y otra vez, lo escuchó de adelante para atrás y del derecho al revés. Escuchaba atentamente cada verso buscando una respuesta entre líneas a sus impertinentes dudas. No encontró respuesta alguna, solo sirvió para que brotaran mil preguntas más. Miraba esa luna menguante que la había arropado unas cuantas noches atrás en el campamento, con Enzo; él tenía razón, hoy Agos estaba buscando una réplica a sus interrogantes en ella. A veces imaginaba estar sentada en el astro, mirando el planeta Tierra y sus problemas desde lejos. Pero nuevamente volvería a la situación de siempre: el escape, de la realidad, de sus percances, de sus malestares, ella siempre estaba huyendo. Sentía su respiración acelerada, su corazón tan tácito como si lo tuviera latiendo en su mano, su cuerpo temblaba de la incertidumbre y del miedo a qué podía pasar. Acababa de volver y ya extrañaba su casa; tal vez simplemente extrañaba el sentimiento de paz que sentía en ella, su hogar. Capaz Agostina solamente extrañaba ese punto de su vida donde todo era: trabajo, salir de joda, escabiar y dormir. Capaz extrañaba lo ligero y aborrecía lo pesado de esta mochila de pensamientos que cargaba constantemente desde que llegó a la AFA. Necesitaba armar el rompecabezas, descifrar el código, resolver el puzzle. Ella definitivamente precisaba de un lugar donde las estrellas no revienten, donde las escaleras en espiral lleven a una salida de emergencia salvadora. Necesitaba respuestas y las necesitaba ya, para no perder la poca cordura que aún conservaba.
Julián había disparado contra ella de una manera horrible, su reacción le hacía sombra el corazón; repetía esa cinta una y otra vez buscando dónde había pisado mal, dónde había cometido ella el error. Desde que estaba en el plantel la relación de los dos iba de mal en peor, mucha impulsividad, muchos celos bajo la alfombra y momentos de inútil tensión. Agostina estaba viendo el Tsunami, estaba viendo todo moverse y no sabía si quedarse quieta o correr hacia él. Sabía que tarde o temprano las palabras en la arena se borraban, ella quería enmarcarlas para que eso no pasara.
Enzo le había hablado con tanta indiferencia, como aquellos días donde la ira se había apoderado de él por el quiebre mental de Agostina. No entendía nada a su alrededor. Deseaba entablar conversaciones con Enzo y él no la dejaba entrar, tal vez ella era el problema, tal vez él se había cansado de su charlatanería. Esa noche ella se puso a mirar los mensajes de instagram entre los dos, buscando un vestigio del Enzo con el cual se había besado aquella noche antes de dejar la AFA. Capaz si no se iba ambos se quedaban encerrados en esa burbuja pálida y frágil de comodidad, capaz la tendría que haber aprovechado mejor.
Cerró sus ojos buscando pintar en sus retinas un futuro que se viera más colorido, hasta ahora su mente solo le señalaba posibles escenarios en blanco y negro, en una escala de grises tan ínfima como el firmamento. En realidad todo lo que escondían sus retinas era soledad, aunque tuviera dos personas constantemente ocupando sus pensamientos, Agostina se sentía enfermamente sola en un mar de malestares.
...
Se despertó con un desesperado golpe en su puerta. No tenía ganas de abrir, pero debía abrir. Juntó sus pedazos de la cama, anoche se había desmoronado y hoy tenía que levantarse y recomponerse, seguir adelante. Se calzó con sus pantuflas de tiburón rosadas y arrastró los pasos hasta la puerta. Su aspecto no era el mejor, pero hoy eso no le importaba del todo.
⎯ Hola.
⎯ Hola...- Exhaló ella al ver a Julián en la puerta. Ese suspiro salió con un poco de bronca y un poco de tristeza y amargura. Era una ensalada de sentimientos, tan incompatibles y compatibles a la vez.
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𝗠𝗔𝗥𝗢𝗢𝗡 ⎯ julián álvarez & enzo fernández.
Fanfiction⎯ Cuando 𝗝𝘂𝗹𝗶𝗮́𝗻 Álvarez, amigo eterno de la infancia, interrumpe la vida monótona de 𝗔𝗴𝗼𝘀𝘁𝗶𝗻𝗮 𝗣𝗮𝘇 𝗖𝗲𝗻𝗶𝗾𝘂𝗲𝗹, todo cambia por completo. De pronto, se ve envuelta en un ambiente al que no estaba acostumbrada, ejerciendo fotog...