6 de octubre, 2022. Buenos Aires, Argentina.
El tiempo pasa por al lado y no nos damos cuenta, así fue como para Agostina pasaron volando esas dos semanas poco inquietantes en la AFA. Sacó fotos, capturó momentos, editó, borro y rehízo mil cosas. En las mañanas se quejaba del rayo del Sol molesto y en la fría noche extrañaba su calor. Se levantaba temprano y desayunaba con los pibes, se cagaba de risa y se hundía en la taza de café buscando despabilarse. Se duchaba, si el tiempo le daba una peli miraba y había noches en las que el sueño le ganaba. Con Julián compartía la mayoría de su tiempo, su relación parecía más estrecha que nunca, debía admitir que había una nueva energía en el aire, tal vez sea solo la cabeza de ella, pero había cierta tensión en el espacio que quedaba entre los dos. A veces Agos intentaba buscar las respuesta en los ojos de su amigo, pero siempre habían sido los mismos, así que era imposible darse cuenta y eso la desesperaba. Muchas cosas la desesperaban a decir verdad, como por ejemplo el hecho de que en dos semanas Enzo no le había dedicado ni una sola palabra, es más, la evitaba a toda costa. Parecía un nene de doce años correteando por todo el salón de desayuno, cambiando de mesa cada vez que Agostina quería dedicarle una sonrisa aunque sea. De igual manera, más la desesperaba su inutilidad, se le hacía complicadísimo el acercarse a pedir disculpas al chabón, cada vez que intentaba sentía que se le revolvía el estómago, preferiblemente deseaba que la situación del boliche no se repitiera. Estaba siendo una pelotuda y odiaba sentirse así y odiaba la indiferencia total de él ante su presencia.
⎯ Es que vos no entendes Laucha.- Ah sí, en este lapso de dos semanas la relación de Agos con Lautaro mejoró un montón, ahora eran confidentes y que bueno, ella necesitaba alguien más aparte de Julián. - Enzo ni siquiera me mira ¡SOY UNA ESTÚPIDAAA!
⎯ Pará nena, no grites, salvo que quieras que se entere toda la AFA.
Ambos estaban sentados en el sillón que había en un living que tenía el edificio. De todos los lugares que habían, ese era uno de los favoritos de Agostina, habían televisores enormes, plays y heladeras llenas de botellitas de agua y gatorade de todos los sabores. La mayoría del tiempo el lugar estaba plagado de todos los jugadores, hoy a excepción extraordinaria, estaba bastante vacía. Salvo por Licha y El Cuti que estaban básicamente enchufados a la play 5. Cada tanto se los escuchaba putear y celebrar, era entretenido verlos.
⎯ Es que nonono Lautaro, no sé que hacer.
⎯ Yo digo que le hables aunque sea por mensaje ¡Que se yo! Búscale la vuelta, es pedirle perdón nada más, ya hablaste cosas peores e hiciste cosas peores.- Le dedicó una mirada teñida de picardía, Agos entendió la indirecta y no pudo evitar ponerse rojísima.
⎯ ¡Ya pasó el hacer chistes con el vomito!
⎯ Las bolas, probablemente fue la situación más graciosa de todo el mes, tendrías que haber visto la cara de él.- Lautaro empezó a reírse histéricamente, casi se queda sin aire de lo tentado que estaba con tan solo acordarse.
⎯ Sos el peor ¿Sabías? Ahora probablemente desarrolle una emetofobia por tu culpa.
⎯ Sis il piir ¿Sibíis? Y vos sos una exagerada Pazucha.
⎯ No me digas por mi segundo nombre Lautaro, basta.
⎯ Ahh, pero vos sí podés decirme Laucha, estamos a mano monita.- Dijo recostándose en el sillón. Agostina bufó estresada y exhausta.
⎯ Te odio.- Suspiró mientras se dejaba caer en el sillón también.
⎯ Mentirosa, no me odias s mí, a la persona que tiene nombre con E y termina en zo sí.- Ella se limitó a rodar los ojos y cubrirse la cara con un almohadón celeste afelpado. Tuvo el impulso de gritar contra el, y de hecho lo hizo. Se quedó un rato así, hasta que sintió unos cálidos labios en su cabeza.
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𝗠𝗔𝗥𝗢𝗢𝗡 ⎯ julián álvarez & enzo fernández.
Fanfic⎯ Cuando 𝗝𝘂𝗹𝗶𝗮́𝗻 Álvarez, amigo eterno de la infancia, interrumpe la vida monótona de 𝗔𝗴𝗼𝘀𝘁𝗶𝗻𝗮 𝗣𝗮𝘇 𝗖𝗲𝗻𝗶𝗾𝘂𝗲𝗹, todo cambia por completo. De pronto, se ve envuelta en un ambiente al que no estaba acostumbrada, ejerciendo fotog...