8 de diciembre, 2022. Doha, Qatar.
Los días de noviazgo se asentaban mágicamente a los corazones de ambos.
Habían pasado un poco más de dos semanas desde la lluviosa propuesta de Enzo, y las cosas se habían intensificado con la mayor de las gracias.
Dormían juntos todas las noches, sin excepción. Agostina era la cuchara grande, había descubierto que Enzo era incluso un poco más sensible de lo que ya parecía. Le gustaba ser abrazado durante las noches pero abrazar durante las mañanas; adoraba aferrarse al cuerpo de Agos a pesar de que a veces el calor los sofocaba...
-Enzo, amor. Salí, tengo calor. -Le dijo ella riendo mientras él dormía. Era gracioso porque, a las cuatro de la madrugada, Enzo estaba sumido en un plácido descanso, pero Agostina no podía respirar del calor.
Ella estaba a punto de rendirse, hasta que lo escuchó a punto de mascullar.
-Mhm, muchaaaaaaachooos...-Agostina oyó que murmuraba eso entre sueños y casi estalla aún más por notar la ilusión de él incluso teniéndolo totalmente dormido a su lado.
Y así, sus noches eran la ternura pura. Esa misma chispa se mantenía incluso en las noches donde hacían el amor.
Enzo aprendió a recorrer el cuerpo de Agostina con una delicadeza propia de él mismo. Ella aprendió que nunca nadie la va a volver a besar de la misma forma que él lo hacía.
Agostina había encontrado las marcas de nacimiento de Enzo en una expedición que había hecho por su cuerpo durante una de esas noches arábigas donde el calor indeciso los hacía caer en un insomnio ardiente.
Enzo había encontrado un tatuaje escondido de ella, en la parte inferior de su espalda; por algún motivo, nadie lo había notado antes, incluso personas con las que ella ha estado antes no lo habían visto, ni siquiera Julián. Era una luna turca, pequeña y sensual, quizá un rastro de su adolescencia.
Enzo detuvo sus besos justo en ese nuevo retazo de tinta sobre su piel. -¿Y este? No lo había visto nunca. -Preguntó mientras dejaba un beso sobre el tatuaje.
-Me lo hice una noche donde salimos a una joda de mala muerte en Calchín con Mica. Ella se había ido con un chico y yo había terminado de leer ese mismo día Las mil y una noches, así que en un arrebato fui con un pibe medio raro de mi curso que andaba dando vueltas con una aguja y tinta y me lo hice. -Cuando terminó de contarlo, soltó una leve risa al sentir los besos suaves de Enzo sobre su piel tatuada. Ella puso una mano en el pelo de él acariciándolo, manteniéndolo allí abajo. Sus cuerpos desnudos estaban en plena búsqueda, en una noche larga de descubrimientos. -Nunca nadie lo había notado.- Le comentó a Enzo. El solo subió hasta sus labios para besarla otra vez.
En esa noche, ambos se dieron cuenta que estaban adorándose, turnándose para encontrarse.
Cada noche que pasaban juntos equivalía a millones de gramos más de confianza. Incluso notaron que entre ellos podían salir a la luz sus impulsos infantiles que no emergían desde que terminaron los primeros años de secundaria, antes de crecer de golpe.
-¿Querés hacer competencia de eructos?- le preguntó ella en esa madrugada calurosa, donde parecía que el sueño no quería abrazarlos como siempre.
Enzo la miró desprevenido, casi que con el ceño fruncido, hasta que apareció una sonrisa pícara en su rostro. -¡Dale!
En ese mismo instante, se tomaron de las manos y corrieron descalzos hacia la luz del refrigerador del comedor, para tomar varias latas de gaseosas sin azúcar.
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𝗠𝗔𝗥𝗢𝗢𝗡 ⎯ julián álvarez & enzo fernández.
Fanfiction⎯ Cuando 𝗝𝘂𝗹𝗶𝗮́𝗻 Álvarez, amigo eterno de la infancia, interrumpe la vida monótona de 𝗔𝗴𝗼𝘀𝘁𝗶𝗻𝗮 𝗣𝗮𝘇 𝗖𝗲𝗻𝗶𝗾𝘂𝗲𝗹, todo cambia por completo. De pronto, se ve envuelta en un ambiente al que no estaba acostumbrada, ejerciendo fotog...