Capítulo 35

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El amor es como una sustancia, puede curarte como un medicamento o puede matarte como una droga

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El amor es como una sustancia, puede curarte como un medicamento o puede matarte como una droga.

Dilan Hidalgo

Como dijo una vez William Shakespeare: "cuando llega la desgracia, nunca viene sola, sino a batallones", y nunca tuvo tanto sentido para mi.

Aturdido y con la vista borrosa abrí los ojos lentamente, me dolía todo el cuerpo. Hasta entonces cuando la visión regresó plenamente a mi pude notar varias contusiones que se extendían por toda mi anatomía. Me alarmé.

¿Dónde estaba?.

¿Quién me había hecho esto?

¿Dónde estaban todos?.

A duras penas me puse de pie, en estado de shock traté de ubicarme para saber donde me encontraba, era una foresta, algo tupida, sin duda a las afueras de Barcelona. Mi cuerpo no logró mantenerse en pie por mucho tiempo y caí. Sollocé, no entendía que me había pasado.

Me revolqué en el barro, mezclado con las hojas de arce caídas producto de la llegada de el invierno, la tarde caía pintando el ambiente de ese color ámbar que me recordó tanto a Cordes.

Polo.

Su bello rostro vino a mi mente.

¿Acaso no te veré más Polo?.

Entre la tenue luz y la escasa visibilidad distinguí una silueta que se movió entre los árboles.

─¡Ayuda!─ grité con todas mis fuerzas─ por favor.

Me armé de valor y aunque con solo un gesto sintiera que el mundo se me venía encima, agarré una rama y me apoyé en ella para caminar hacia la extraña sombra.

─Por favor ayuda─ repetí cuando un pensamiento cruzó por mi mente.

¿Y si esa persona era culpable de que yo estuviera ahí?.

¿Y si quería hacerme daño?.

Me helé por completo cuando lo tuve delante, cuando atisbé esos ojos azules.

Golpe.

Sentí un impacto en la parte trasera de mi cabeza y caí al suelo. Hice una mueca de dolor, pero me fijé en los zapatos que llevaban los delincuentes, no eran los más normales que digamos, cualquier persona con un salario normal en este país no era capaz de usarlos, sin duda tenían dinero.

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