Capítulo 44

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El alma que hablar puede por los ojos, también puede besar con la mirada

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El alma que hablar puede por los ojos, también puede besar con la mirada.

Dilan Hidalgo

Abrí mis ojos, me encontraba en el fondo del lago en Cordes, presa del pánico, sin poder moverme, aceptando una muerte súbita e inminente. Desearía haber estado realmente ahí y no afrontar la tormenta que amenazaba con tragarnos a todos.

─¿Dilan?─ Bárbara se acercó─ ¿estás bien?.

Mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho. Sufrí un mareo por un segundo pero luché por mantenerme en pie, me sentía un poco débil, aunque eso no se comparaba con el sentimiento de impotencia y estupidez que había sufrido todos esos años por culpa de esos tres.

─Dilan─ esta vez fue Polo. Su voz me hizo reaccionar. Las palabras de Derek impactaron en mi mente de la misma forma que ocurrió en Cordes:

Cuando estés en una situación como esa, cuando la desesperación se hay apoderado de ti, lo más importante es mantener la calma, de lo contrario estarás jodido.

No se de donde saqué las fuerzas para enfrentarla, mirarla fijamente a la cara y sonreir.

─Estoy bien─ ensanché el gesto y la abracé─ me da mucho gusto verte─ mentí descaradamente.

No sabes las ganas que tengo de verte tras las rejas, maldita asesina.

─Yo también me alegro de verte─ correspondió alternando la vista con Polo─ ¿cómo estás?─ le preguntó.

─Ahí vamos─ no pudo ser más seco. Su mirada se posó en mi─ ¿seguro que estás bien?─ asentí.

Venga Dilan, tú puedes. Díselo aquí mismo, dile que nunca lo has dejado de querer.

─Polo yo...─ dudé, pero al final lo hice─ necesito hablar contigo, ¿tienes diez minutos?.

─Para ti los que sean─ si trató de disimular su emoción no le funcionó nada. Sonreí internamente por eso.

─De eso nada─ interrumpió Bárbara con voz grave. Al darse cuenta de que ambos la mirábamos con el ceño fruncido relajó el rostro─ es que...Dilan y yo teníamos una cita pendiente hoy.

─Lo siento Bárbara─ me giré hacia ella, quien abrió los ojos como platos─ tengo que hablar con Polo.

La forma en que me miró ella fue tan...gélida, glacial, que un escalofrío recorrió mi cuerpo. Pero sin duda lo que más me asustó fue la persona que salió de mi casa, pronunciando mi nombre con mezclas de inseguridad y desconfianza.

─Dilan, cariño─ Kyle se acercó a nosotros y mi respiración se volvió desenfrenada. Sentía cada latido en cada maldito rincón de mi cuerpo.

─Ho-hola Kyle.

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