Dilan es un estudiante de 2do año de secundaria, tiene 16 años, escuálido de nacimiento, apasionado de la fotografía y gay, todo lo necesario para ser el motivo de burlas de sus compañeros de clase.
Puerta con puerta a su casa se encuentra la mansió...
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Me quedo contigo, y todo lo que eso signifique...
Eduardo Rosero
Dilan Hidalgo
Bárbara, siempre fue ella. La culpable de la muerte de Jane y quien sabe de cuantas personas más. Sentí como mi respiración se agitaba cada vez más, necesitaba calmarme. Recordé entonces las palabras de el doctor Blanc:
Cuando entres en un ataque de pánico y sientas que todo se derrumba, respira, cuenta hasta diez, controlando la inhalación y exalahación de tus pulmones. Poco a poco la calma fue volviendo a mi.
Sonreí porque cada vez que vencía un ataque de esa índole era una victoria más en esta batalla contra el cáncer. Kyle se despertó, acomodándose a mi lado.
─Dilan, ¿estás bien?.
No podía preocuparlo más, mucho menos que resultara herido por involucrarse en este asunto. No lo soportaría.
─Si─ me ezforcé por disimular una sonrisa─ solo no consigo dormir.
Imitó mi gestó y dió palmaditas en la cama─. Ven aquí.
Me recosté con él. No podía dejar de pensar en Jane, fue tan real. Aún no me creía lo ciego que estuve todo el tiempo...y Polo...era inocente. Fui muy injusto al juzgarlo de esa manera. Ahora me sentía realmente mal.
─¿Seguro que todo va bien?─ Kyle acarició mi cabello, eso me tranquilizó.
─Claro. Solo...echaré de menos a mi familia cuando regresemos a París─ no era una mentira, pero necesitaba pensar como llegar hasta esa USB, si es que el padre de Jane aún la conservaba.
─Te entiendo cariño─ depositó un casto beso en mi frente─ pero piensa que ahora que estas mejor podremos visitarlos cada vez que quieras.
Asentí. Una lágrima rodó por mi mejilla. Kyle no tardó en quedarse dormido nuevamente. Y por primera vez en tanto tiempo, mientras un delicado melifluo sonaba en mis oídos, como un susurro, volví a pensar en Polo.
.
La brisa mañanera que se colaba por una rendija de la ventana me hizo despertar de golpe.
Mierda, pensé. Tenía que ir a la casa de los Cuevas cuanto antes.
Frené de golpe al ver a Polo en la ventana. Al verme sonrío─. Al fin despertaste.
