Extra I "Demian"

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Dulce

¿Por qué acepté venir con Demian a su trabajo? El maldito me provoca siempre que puede, una tarea no muy difícil ya que el bastardo se quitó la camiseta a la hora de entrar al estanque.

Biólogo marino infeliz, no es un procedimiento que pueda llevar adelante exponer su pecho tallado a mano por un artista experto... No, tengo que ser fuerte y soportar la tentación o perderé la apuesta.

Calum volverá a mostrar esa molesta sonrisa de "te lo dije" si caigo en las redes sexuales de su hermano mayor, mismo que ya se adueñó de mis labios segundos antes de partir a su labor.

Me provoca, sabe que mis manos pican por tocar sus abdominales y lamer ese paquete que se marca entre sus pantalones, algo que he hecho muchas veces desde que estamos juntos.

No he tenido sexo con ninguno, con los gemelos es prácticamente imposible; adicionalmente los cuatro trabajamos casi todos los días, ellos con su empresa y demás, yo con la expansión de mis pastelerías.

Seis meses sin sexo es una tortura.

Es agotador formar una familia, más con tres hombres en vez de uno y dos gemelos amantes de las bromas pesadas. No me arrepiento de nada, es lindo tener más ayuda con mis hijos.

- ¿Preciosa? - voy a mostrarte, bastardo de porquería que nadie juega con Dulce Coleman Lexen.

No tengo el apellido, aún, pero me gusta cómo suena.

- Aquí - estoy sentada sobre su escritorio, desnuda y con las piernas abiertas de par en par esperando a mi segundo Lexen.

Demian ama mis tacones, por eso guardé unos rojos en mi bolso sin que él los vea.

- Ven, quiero molestarle algo... ¡Dulce! - eso no fue un grito, fue un gruñido al ver mi coño rosado sin un solo vello, dispuesta para ser usada hasta el cansancio por esa larga y gruesa polla.

Los tres son dominantes, eso se nota en muchos aspectos de nuestra relación, pero donde yo realmente deseo sentir ese poder es en la cama, con su pene dentro de mí, partiéndome al medio hasta dejarme sin caminar.

- ¿Hice algo malo? - maldice bajo cuando mis labios forman un tierno puchero, esa es su debilidad.

- Carajo... ¿Por qué mierda eres tan perfecta? - sigue en la puerta, pero la cierra rápidamente al sentir unas voces cerca.

- Quiero que mi hombre me folle - mejor si es hasta perder la consciencia.

Tienen mucha resistencia, Brock puede follar hasta tres veces seguidas por más de media cada una.

- ¿Eso quieres? - asiento esperando a que se meta entre mis piernas - ¿Qué meta mi verga en ti hasta hacerte gritar como una puta? - amo cuando es tan brusco - Eres una puta sinvergüenza, abierta de piernas rogando por tenerme dentro de suave y húmedo coño - como no tiene idea.

- Tu puta sinvergüenza, amo - y eso definitivamente desata algo dentro de él.

- No, eres de los tres - sostiene mis mejillas con una sola mano, mirándome entera pero no tocando más allá - Harás lo que diga - no era pregunta - Me gusta dar órdenes, y serás una mujer obediente.

- Si, amo - muerdo mis labios para hacerlo enojar más, lo estoy provocando.

- Menos palabras y más acción, cariño - se aleja, algo que no esperaba estando desnuda - No voy a saltar sobre ti, no hasta verte rogar por tenerme dentro - Brock es igual - Vas a tocarte, y yo voy a grabarte para que mis hermanos vean lo hermoso que será tu rostro perlado de sudor - arrima una de las sillas, se sienta y se cruza de piernas - Tócate.

Puta sinvergüenza (+18) (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora