Si decido esperarte •|Daniel Gal|• SAGA WIPLASH #1

Capítulo 7

Helián me hizo reír mucho toda la velada. La pasé muy bien, la cena estaba exquisita, estábamos tomando un vino delicioso y además el ambiente tan romántico del lugar me hizo sentir en las nubes. Ya eran las 2 de la mañana e íbamos por la segunda botella.

—¿Qué tal han estado tus días aquí?

Bebo de mi copa antes de contestar. 

—Llegamos justo hoy. El avión aterrizó a eso de las 2 de la tarde. En realidad no hemos tenido oportunidad de ver mucho, pero espero que mañana sí. Les organicé un desayuno y un pequeño paseo para que no estén tan presionados.

—¿No das un paso sin agenda?

—Con ellos, no. Es mi trabajo, pero puedo pasar días sola con ellos en casa e improvisamos todo el día.

—Yo no podría...

—¿Qué?

—Hacer lo que tú. Manejar a un grupo de chicos, sus horarios, mantenerlos impecables...

—Seguro hay alguien que hace lo mismo por ti. 

Y fue en ese momento que mi joven amigo reemplazó las palabras por una pequeña risa nerviosa.

—Eres fabulosa, Ana...

—Tú también —Sonrío—. Pero ahora hablemos de ti, ¿qué tal va todo?

—Genial, pero espero volver el próximo año con una nominación, como tus muchachos.

—Mis muchachos... —Sonrío mientras vuelvo a tomar de mi copa— Sí, lo son...

—¿Crees que ganen?

—Espero... Digo, yo quisiera para ellos todo lo mejor del mundo, pero ya no depende de mi.

—Pues, en ese caso —Lvanta su copa y la pone frente a mi—: Por el éxito de Wiplash.

Su brindis me pareció especialmente tierno y humilde, así que choco mi copa con la suya.

—Por su éxito...

Y, así, terminó la velada.

Helián me acompañó hasta mi habitación, donde al instante te cambié por mi cómoda pijama y me preparé para dormir, pero aún me faltaba algo... algo que no podía dejar de hacer.

Salgo de mi habitación y me dirijo a la que comparten Diego y Daniel. Toco la puerta y decido entrar aunque nadie respondió. Supuse que aún estaban despiertos por el ruido de la televisión encendida.

Al entrar, los encontré a los dos profundamente dormidos, enredados entre las sábanas. Aquella escena me enterneció demasiado, así que me acerqué a Daniel. No puedo pasar por alto su beso de buenas noches.

Apagué la televisión y me recosté a su lado, iluminados simplemente por la luz natural que entraba por las ventanas. Su cabello esta muy despeinado, sus mejillas sonrosadas y sus labios cerrados. Su respiración se notaba a pesar de tener las manos aferradas a las  gruesas cobijas, presa del frío. 

—Quisiera decirte tantas cosas, Dani... —Suspiro mientras acaricio su cálida mejilla. En verdad es hermoso... Cada una de sus facciones, el tierno temblar de sus párpados y la lluvia de pestañas negras que caían de ellos... Siento que ese amor que sale de mí es algo tan puro que pocas veces he podido explicarlo. Es algo simplemente mío y que no estoy dispuesta a compartir con nadie que no lo entienda... Jota es el único que lo hace. Gloria lo marcó profundamente, es por eso que entiende mi sentir a la perfección.

Los segundos pasaban y yo seguía mirándolo, tratando de conectar cada una de sus diminutas pecas, mientras pienso en lo feliz que me hacen estos pequeños e inertes momentos a su lado, pero entendí que quizás ese sería el único en el que podría cumplir uno de mis sueños, ese que no había podido llevar a cabo hasta este día: dormir abrazada a él y, con suerte, despertar a su lado al día siguiente, así que me metí debajo de las sábanas y después entre sus brazos. Daniel tenía el sueño tan pesado que apenas y me sentía, así que pude acurrucarme tranquila en sus brazos. 

Sentí su tranquilo respirar en mi frente, el calor de su cuerpo envolverme, y fue en ese momento que supe que ese lugar es el indicado para mi, que es aquí donde me siento protegida. Él, sus brazos y su simple existir son mi lugar seguro.

Y, así, entre suspiros y con los ojos pesados por el sueño, repetí aquel sentir que me acompañaba desde la infancia:

—Te amo, Daniel...

Y mis ojos se cerraron después de rozar sus labios en un pequeño y dulce beso lleno de todo lo que sentía y siento por él.