Capítulo 44

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Daniel

—¡Que no así no, wey! —grito, haciendo que detengan la grabación.

—¿Entonces cómo?

—Tú eres el que canta, tú debes saber cómo sonaría mejor.

—Es que tu letra está rara, Daniel, no mames —pelea Jota leyendo la hoja—, ¿cómo es eso de que no se pueden arreglar tus piezas rotas?

—Ay, ya me tienen harto, par de pendejos, traigan acá —contesta Diego quitándole la hoja Jota—. No sabes componer, Daniel.

—Pues perdón, princesas, la hice de rápido.

—Tú eres un pendejo —contesta Rapunzel apuntándome, luego vuelve a la hoja, lápiz en mano. Luego de un rato me la devuelve—. Así suena mejor, baboso.

Agarro la hoja y luego los arreglos que le hizo. No está tan perdido el wey.

—Bueno... —Jota me arrebata la hoja y la lee.

—Esto sí se entiende.

—Pues déjame terminar de leerla, cabrón —digo quitándole la hoja. “No volvemos a atrevernos a juntar las piezas rotas, voltear tristes al cielo, cantarle a la pantalla tu canción”

—Pues está chida.

—Es mejor que las porquerías que escribiste.

—Síguele, cabrón...

—Bueno, ya —interrumpe Jota—, hay que apurarnos o este desmadre nunca va a estar listo.

Estuvimos todo el día con el desmadre, como Jota le dice.

De vez en cuando mensajeó con Ana, últimamente lo hacemos más seguido, desde el día que las encontramos con unas copitas de más.

Hoy hacemos el cuarto día de grabación, aunque por lo visto tendremos que empezar desde cero por las modificaciones de Diego, pero no es nada que no se pueda arreglar. Ahora tengo que checar todo lo que sigue, qué se va a poner, el lugar y espero que todos estos ojetes pongan de su parte.

Luego de un chingo de horas acabamos pasaditas las dos de la mañana, pero no me acosté cuando llegamos al depa, ne metí al cuarto de Anita y luego de ver un rato mi teléfono veo que mi hermana está en línea, así que la llamo.

—Hola —contesta muy alegre.

—¿Te desperté?

—No, estaba terminando una tarea.

—¿No ha salido de vacaciones?

—No, hasta el viernes.

—Chale

—Y mañana es cumpleaños de Anita

—Anita... —suspiro— Sí, y han pasado muchas cosas con ella.

Termino contándole todo, desde la discusión con Helián, el accidente del hospital, hasta hoy. Jamás había sido tan franco con mi hermana. Con nadie, de hecho, pero es que mi decisión por recluirme se debía a una sola cosa: no tenía nada que decir. Hasta hoy que es cuando puedo llenarme la boca diciendo que nunca había sentido tantas cosas por alguien, y es que no es solo amor; es ternura, pasión y mil cosas que no puedo describir. Toda ella se metió en mi ser, cada partícula de nuestros cuerpos está unida, igual que nuestros corazones.

Tamara me pregunta qué es lo que más me gusta de ella pero ni siquiera sé por dónde empezar.

—Yo creo que físicamente, sus ojos.

—No seas menso, ya sabes a qué me refiero.

Me tomo algo de tiempo para pensar qué voy a decirle. Son tantos años que cualquiera pensaría que conozco todo de ella, pero fueron esos mismos años los que avanzaron en torno únicamente a mí.

—Es complicado, Tami

—No lo es, busca en todos estos años

Suspiro y me pregunto si en verdad me la merezco, cuando aparentemente encuentro la respuesta.

—Su paciencia —contesto soltando el aire—, porque aguantar tantos años a un pendejo de mi tamaño no es fácil, también el hecho de que su amor no ha fallado ni una vez, su lealtad e incluso su fidelidad... Me fue fiel por diez años y justo ahora no conozco otra definición de amor que no sea esa.

Tami guarda silencio unos segundos pero luego contesta:

—Yo solo quiero que me mande unas flores el patrón.

—¿Eh?

—¿No has visto esos videos?

—Mejor cuéntame, igual y me das una idea.

—Ah, pues es como si tú mandaras a buscar a Ana con flores y esas cosas y cuando llegan con ella le dicen que le manda flores el patrón, o sea tú.

—¿Cuánto cuesta eso?

—Quién sabe

—Ya me ayudaste mucho —sonrío y veo la hora—, pero ya vete a dormir mañana te marco.

—Te amo

—Y yo, descansa

Cuando le cuelgo empiezo a pensar en Cómo chingados todas las personas son tan creativas. Seguro eso fue una idea equis de un wey equis que quiso llevarle flores a su novia, pero yo no tengo ni idea de qué estoy haciendo.

Así pasa un rato, no sé cuánto, pero pienso y pienso hasta que el cerebro se me ilumina y le llamo Ana. A la primera no me contesta, así dos veces más hasta que toma la llamada.

—Dani, son las 2 de la mañana —oigo su voz adormilada

—Ya sé, perdóname, ¿cómo estás?

—Dormida hasta hace algunos segundos, ¿y tú?

—Feliz, porque estoy hablando contigo

—Qué cursi eres —la oigo bostezar

—Ya sé. Oye, ¿a dónde vas a ir mañana?

—A ningún lado, creo, ¿por?

—Necesito que vayas al centro

—¿Para qué?, ¿necesitas algo?

—Sí, que te vayas a buscar el vestido más lindo de todos, uno con el que luzcas más hermosa de lo que ya eres.

—¿Celebramos algo? —pregunta intentando disimular la emoción

—No —contesto poniendo el altavoz—, solo te tengo una sorpresa. Te mando dinero para el vestido.

—Yo puedo comprarlo.

—Déjame hacerte un regalo, corazón

—Dani...

—Ana...

—No tienes que hacer eso

—Es importante para mí, quiero que pases un cumpleaños bonito

—Pensé que no festejábamos nada —se ríe

—Jamás lo olvidaría

—¿A dónde quieres que vaya?

—Te mando la ubicación, y ya te mandé el dinero

—Bueno

—Y nos vemos en la noche, ¿va?

—¿No vas a estar conmigo?

—Te tengo una sorpresa, corazón, y tengo que arreglar todo.

—¿Me va a gustar?

—Espero que sí, sino no me vas a perdonar.

—Entonces más te vale que si me guste.

—Lo intentaré, lo veremos mañana. Descansa, corazón, te amo

—Buenas noches

Y sin más cuelga, dejándome con la cabeza explotándome, sin saber qué chingados hacer

Si decido esperarte •|Daniel Gal|• SAGA WIPLASH #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora