Capítulo 48 (final)

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Daniel

No mames, ¡todo salió de poca madre! Estoy que no quepo de lo pinche contento.

Son las tres de la mañana y vamos rumbo al departamento. Volveré a dormir con ella después de mucho, despertaré con ella y no mames, estoy súper contento. Siento una emoción en el pecho que no puedo describir, es como si el corazón me fuera a explotar, como si me fuera a desmayar de lo feliz que estoy.

Le tengo una sorpresa más en su cuarto, ojalá también le guste, o nada más quedaré como un pendejo.

—Espérame —dice antes de bajarse del uber—, ya me cansaron los zapatos.

—Bueno, no puedo esperar —contesto bajándola del taxi en mis brazos

—¡No! ¡No me vayas a tirar! —se ríe

—No es la primera vez que te cargo, además yo quiero estar contigo... —digo antes de besarla, pero veo que su semblante cambia ligeramente mientras vamos llegando al departamento.

No la bajo hasta que llegamos a su cuarto y se queda atónita cuando ve todo.

—Ay, Dani...

No pensé que fuera a durar tanto tiempo en tan buen estado, pero sí. La idea de los pétalos en la cama fue de Jota solo hace falta aprender las velas y sacar el vino, pero su semblante me hace dudar de muchas cosas, principalmente sobre lo que creo que pasará esta noche.







Ana

Mi cuerpo tiembla cuando Daniel dice que ya quiere estar conmigo, pero me relajo lo más que puedo, intento permanecer tranquila y lucho con uno de mis más grandes miedos.

Me baja hasta llegar a mi cuarto y veo la realidad cuando abre la puerta: el que haya decorado de esta forma, los pétalos, las velas y demás solo quiere decir una cosa, pero otra vez intento no pensar en ello.

Decoró todo muy bonito. Parece todo muy clásico y romántico. En la cama dibujó varios corazones con pétalos de rosas, y hay velas que aún no son encendidas, son las que más me gustan, las que huelen a vainilla.

A pesar de que las velas no están encendidas la luz natural de la luna pega exactamente en mi ventana, dándole tonos azules y grises a toda la habitación.

Daniel saca su encendedor y comienza a encender las velas una por una. Mientras el aroma a vainilla va inundando la habitación, la luz se hace también, envolviendo todo en los colores misteriosos de la noche y en la luz propia del amor, la que sale se las velas.

—¿Te gusta? —pregunta besándome los hombros cuando termina de encender todo.

—Sí —sonrío—, ¿esas son mis velas? —señalo las que no están encendidas

—Te compré más, sin querer me acabé las que tenías

—¿Por qué? —me río

—Porque olían a ti

Me doy vuelta, completamente enternecida y le tomo las mejillas—  ¿Tanto así?

—Tanto así —contesta besándome las manos—. Me hiciste mucha falta

—No sé porque me fui

—Ambos estábamos heridos, nena, nadie fue culpable. Quizá lo sea yo, un poco

—Pero ya pasó —sonrío—, y eso me hace muy feliz

—También a mí —contesta robándome un beso—. ¿Quieres vino?

—Me encantaría —me regala una última sonrisa y sale del cuarto en dirección a la cocina.

Me sudan las manos y trato de secarlas en mi vestido. El sonido del vino cayendo dentro de las copas y el cristal chocando me advierte que el momento está cada vez más cerca, y no sé qué tan lista estaré para ello.

Si decido esperarte •|Daniel Gal|• SAGA WIPLASH #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora