Capítulo 31

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Luego de unos minutos más salgo del baño con la pijama puesta, pero sin obtener una respuesta clara todavía.

El frío de los primeros días de diciembre se cuela por la ventana de la sala y Ana corre a cerrarla, tiene la piel tan blanca que se le notan al instante las mejillas y la nariz rojos por el frío. Trae su pijama completa color rojo, es la que siempre se pone cuando va a ser navidad y el cabello recogido, también la boca llena de chocolate por lo que sea que haya comido. Esta es su época favorita del año, se pone como niña chiquita.

Jota sale del cuarto y se me queda viendo como queriendo darme un putazo. No acabamos la plática, pero seguro lo haremos en otro momento porque es cero pendejo y muy prudente.

La tarde pasa bien tranquila, Diego y Smoke no tardaron en llegar y más de noche pedimos una pizza. Helián se quedó a dormir, dijo que iban a pasar temprano por él para no sé qué y que se va como a las 8. Ana, como casi siempre que ve películas en la sala, se quedó dormida en el sillón, enredada con Helián, y la neta pensé que Jota iba a ser un poco más prudente de lo normal, pero no nos encerró en el cuarto en cuanto Diego y Smoke se fueron.

—¿Qué pasó?

—Ya sabes, Daniel, deja de hacerte pendejo.

—¡Ya párale!

—¡No! porque estoy muy a tiempo de impedirte hacer una pendejada.

—Wey, no sé ni de qué me hablas.

—¿¡Y tú crees que yo estoy ciego, pendejo o qué!? ¡Ya hasta duermes con ella!

—Eso es pedo mío.

—Contéstame lo que te pregunté en la mañana.

—No te voy a contestar ni madres, fíjate.

—Me estás colmando la paciencia, Daniel...

A mí también me desesperó, así que le contesté la única cosa de la que, creo, estaré seguro hasta mi último respiro:

—¡Sí, carajo, sí! ¡La quiero y estoy hasta la madre de fingir que no! ¡Estoy hasta la madre de que me duele a verla con él!

—¡Cállate ya!

—Es la verdad que querías... Y de la única de la que estoy seguro. — Contesto al borde del llanto. —Creo que la he querido siempre...

—No mames, Daniel... — Contesta pasándose las manos por el cabello. — ¿Por qué no dijiste nada?

—Porque yo mismo acabo de darme cuenta de lo mucho que la quiero. — Contesto limpiando una lágrima. —Y ya no puedo hacer nada...

No me contesta y yo mejor me meto a la cama. Ojalá hubiera sido más inteligente, pero es lo único malo de tener un corazón, los sentimientos no te avisan, solo aparecen y no te dan explicaciones.

Si decido esperarte •|Daniel Gal|• SAGA WIPLASH #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora