Capítulo 43

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Ana

Han pasado tres días desde la última vez que Daniel vino a verme, pero no ha regresado. Me mandó algunos mensajes preguntando cómo estoy, nada más.

Últimamente todos han estado ocupados. Algunos con sus viajes de navidad, otros con sus novias, aunque ellas no me han dejado sola casi nunca. Cuando no hay nadie en el departamento hemos estado comiendo juntas. Talia nos contó que Diego ya le pidió ser su novia. Con razón él también estuvo tan feliz estos días.

—¿Y tú? —me pregunta—, ¿cómo va todo con Daniel?

—Pues supongo que bien. No ha venido desde anteayer.

—Andan muy sospechosos —contesta.

—¿Por qué lo dices?

—Diego me dijo que andan en el estudio.

—Deben tener alguna idea suelta —Arantza se encoge de hombros

—Pero ya habían terminado —contesta Talía comiendo la última porción de comida de su plato.

—¿No van por el segundo disco?

—No, apenas va a salir la primera parte y es prácticamente la mitad del segundo —contesto.

—Quién sabe, entonces.

El resto de la tarde pasó entre pláticas de todo tipo hasta que pasamos de nivel. Salimos y Arantza compró dos botellas grandes de vino tinto. Rodrigo no tiene copas, pero tiene vasos desechables. Lo que caiga es bueno.

Servimos los primeros vasos, pusimos algo de música y la tarde fluyó tan bien como lo esperamos. De hecho nosotros también fluimos muy bien.

—¿Estamos ebrias? —pregunta Talía. De pronto Arantza y yo nos miramos y rompemos en carcajadas—, ¡Se ríen de mí!

—Es que creo que es obvio —contesto viendo mi reloj. —. Ya pasan de las ocho.

—Deben estar con sus otras novias contesta Arantza, lo que nos provoca más risa.

—No creo —contesto—, no están tan pendejos.

—¿Cómo sabes?

—¡Ja!, eso es fácil... Los conozco desde hace tanto que ya sé incluso cómo piensan. Tú, por ejemplo —señaló a Arantza—, yo sabía que Rodrigo sería capaz hasta de no ir a Las Vegas por buscarte. Y tú —señalo a Talía—, Diego no se enreda con nadie y jamás lo había visto tan pendejo por alguien. Yo soy la única tarada. —puntualizo tomando el último trago de mi copa y volviendo a llenarla.

—Hey —dice Aranza alargando la eh—, ya te dije que ni tú eres una pendeja ni él es un pendejo —aclara mientras apunta algún punto invisible detrás de mí.

—Gracias —oigo alguien hablar a mis espaldas.

—¡Dani! —grita sorprendida— justo estábamos hablando de ti.

—Ya veo... —sonríe y se me acerca.

—¿están ebrias? —pregunta Rodrigo.

—No mames, Talía, ¿cómo te voy a llevar así a tu casa?

—Cállate, mejor dame un beso.

—No, yo no beso borrachas —y estallamos nuevamente como solo lo harían tres amigas ebrias.

Luego volteo. Daniel está junto a mí su boca está pegada a mi oído.

—¿Estám ebria?

—Y mucho.

—Bueno —contesta, riéndose.

—¿Necesitas algo? —pregunto, jugando con él.

—Nada, solo a ti

—Aww, un poeta —sonrío poniéndome de frente a él y enredando mis manos en su cuello. Me encanta. —. Podría besarte justo ahora...

Sonríe más y me besa una mejilla—Estás ebria, Ana.

—¿Y tú tampoco besas a ebrias?

—Solo si se trata de ti.

—¿Y qué esperas? —lo reto un poco rozando ligeramente sus labios. Veo sus ojos brillantes por mi propuesta y no titubea al sentir mis labios cerca. Me besa, y ahora todo está bien.

Me besa lentamente, no lleva prisa, no tiene nada que ver con la primera vez que nos besamos. Ahora intento concentrarme en el sabor de sus labios, en esa combinación de cigarros Malboro y chicles de menta, que es la misma fusión de su aroma. Me penetra por todos los poros, me hace suya y amenaza con no soltarme jamás.

Al final lo hizo. Tuvo que soltarme para poder tomar aire.

—Wstoy muy ebria —río.

—Seguro mañana no recordarás esto.

—¿Cómo podré olvidar el momento que me regresó a la vida?

Y el mundo deja de rodar cuando me besa de nuevo, esta vez con más deseo, olvidándose de todo y frente a todas estas miradas que esperan que nuestra historia concluya juntos.

—Te amo —suspira cuando se separa.

—Te amo —contesto—. Pero sigo muy molesta contigo.

—Ya lo sé... Lo siento mucho.

Me encojo de hombros y vuelvo a llenar mi copa— Sé que te perdonaré algún día.

—Algún día... —se ríe—Vamos viendo, pero ya tenemos que irnos.

—Bueno —le beso una mejilla—, nos vemos.

—Ya dejen de beber.

—No creo —contestan a mis espaldas

Daniel hace segunda a risa de mi amigo y luego regresa conmigo. n

—¿Nos volveremos a ver? —pregunto como siempre se preguntan Los amantes en las películas.

—Me encargaré de ello —toma mi mano y deja un beso en el dorso—. Hasta entonces, mi amor.

—Adiós... —contestó en un hilo de voz.

Al final todos se van menos Aranza y Rodrigo, claro. Talía se fue con Diego y Jota y Daniel regresaron al departamento.

—Creo que ya deberían irse a dormir. ¿Te quedas? —le pregunta a Arantza y ella le contesta que sí.

Veo la hora, apenas van a dar las nueve, pero no digo nada, en cuanto me acuesto en el sofá me quedo dormida, no sin antes de hacer un recuento de las últimas dos semanas y de lo que pasó hace algunos minutos.















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Así que disfrútenla ❤️

Si decido esperarte •|Daniel Gal|• SAGA WIPLASH #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora