Capítulo 30

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Ana

El corazón me late a mil. Me delata mi temblor y el repentino calor anuncia que debo haberme sonrojado exageradamente, gracias al cielo entró Jota.

—Dicen Diego y Smoke que se unen al plan y que ya vienen.

—Helián también. — Contesto, levantándome. —Pero yo me voy a bañar.

—Sí, ve. —Contesta incómodo. Tomo todas mis cosas y salgo de mi cuarto hacia el baño, y antes de que el agua esté siquiera tibia, entro a la regadera, esperando que el agua helada me aclare un poco las ideas. ¿Por qué me sentí así? Se supone que ya estaba todo bien , ¿por qué la vida se empeña en seguir poniéndomelo de frente?

De nuevo siento cómo me arde el pecho, mi respiración se dispara y empiezo a temblar. No se supone que pase esto...

Me tomo mi tiempo, estoy casi segura que cuando menos tardo media hora en salir del baño, y cuando salgo, un dulce aroma a canela que viene desde la cocina llena mis fosas nasales. Me visto rápidamente y voy hacia allá. No es Jota ni Daniel quienes preparan el desayuno, es Helián, mi Helián, ese que ha luchado contra todo pronóstico para ganarse mi corazón.

—Buenos días, nena. — Sonríe al verme.

—Hola — Le muestro mi mejor sonrisa y me acerco el para abrazarlo. —, te extrañé...  — Luego pienso en lo que dije. No es del todo una mentira. Claro que lo he extrañado.

—Yo también. — Dice, besándome los labios. —¿Por que la repentina decisión de no trabajar?

—No sé, solo no quise ir.

Por un momento se me olvidó dónde, con quién y qué estoy haciendo... Solo me dejo llevar.

Helián se da un momento para dejar lo que está haciendo y volver a abrazarme, luego comienza a besarme y siento sus manos vagar por mi cadera y abdomen mientras mis manos se enredan en su cabello. Siento cómo su perfume me penetra, cómo me aprieta la cintura y después cómo me sube a la mesa de un brinco. No sé que vaya a pasar, no sé...

—Ana... — Oigo la puerta de mi cuarto a abrirse y la voz de Daniel llamándome. Helián me suelta, así que mis ojos en automático buscan a Daniel.

Jota está parado junto a él, ambos viéndonos como si no te hubieran visto una pareja besándose.

—Ay, perdón.

Me río y me bajo de la mesa. —¿Qué pasó? 

—Nada, solo quería saber si ya te habías bañado.

Asiento, algo avergonzada. Todavía no sé qué hubiera pasado si no hubieran llegado.

Daniel

Ana sale del cuarto rápido, como si estuviera queriendo huir de algo, o de mí... No sé.

Jota se queda parado, quizá buscando una explicación que no pienso darle.

—¿Qué pedo? — Me interroga.

—¿Con qué o qué?

—No mames, Daniel, no estoy ciego.

—Pues no sé qué viste, pero no pasó nada. —Contesto, restándole importancia.

—Nomás te haces, estabas a una de darle un beso.

—Bueno, si se lo hubiera dado, ¿qué pedo?

—Estás bien pendejo. ¿Por qué tanto amor por ahí últimamente, eh? ¿Es por Helián o por qué?

Oigo que tocan la puerta. No me he fijado cuánto tiempo ha pasado, pero el prospecto de Ana no ha tardado nada en llegar.

—Ese wey no tiene vela en este entierro. — Le contesto antes de que vaya a abrir, luego los escuchó hablar, Jota le dice que Ana está bañándose y que nos aguante tantito para después volver al cuarto.

—¿Entonces? — Se cruza de brazos. —Estoy esperando una explicación.

—No hay, wey, ya cálmate. — Respondo levantándome de la cama.

—No la vayas a cagar, Daniel... Ella está muy bien ahora.

—¡Ay, ya! Pareces mi papá, no pasó nada, estábamos jugando y se quedó ahí, nada más.

—Te gusta, ¿verdad?

—Estás pendejo.

—Los ojos gritan muchas verdades, Daniel, y si es así, te sugiero decírselo antes de que sea demasiado tarde.

—Lo dices como si fuera algo malo.

—No lo es, pero yo sé muchas cosas, Daniel y por tu bien y el de ella, espero que no vuelvas a hacerle daño.

—Wey, ya relájate.

Agarro mis cosas y salgo del cuarto,  pero lo que me encuentro me hela la sangre.

Helián tiene a Ana sentada en la barra de la cocina, comiéndole la boca. Sin pensarlo pronuncio su nombre, ella rompe el beso y se baja rápido de la mesa.

—¿Qué pasó? — Pregunta.

—Nada, solo quería saber si ya te habías bañado.

Ella siente y entro rápidamente mi cuarto e igual de rápido salgo y me encierro en el baño. Parezco un niño chiquito, pero tengo que aclarar lo que acabo de ver.

Hace mucho frío, pero aún así abro la llave del agua fría. No espero que cambie la temperatura, entro y el agua helada agua me golpea muy cabrón, casi tanto como las respuestas a todas mis preguntas.

Dejo caer el agua sobre mí el mayor tiempo posible, aunque me estoy muriendo de frío, pero no importa, me ayuda a aclarar mis ideas.

¿A qué chingado se refiere Jota con te gusta? ¿Gustar de gustar? La neta no lo sé, nunca me lo había preguntado. Últimamente hay muchas cosas en las que no pienso y esa es una de ellas. Hasta donde yo sabía, antes de lo que pasó, mi vida con ella tenía un rumbo muy distinto. Se suponía que crecimos como hermanos y que nuestras vidas estaban dispuestas a transcurrir como tal, pero luego de eso, todo cambió. El casi perderla fue lo que me quitó la venda de los ojos, lo que me hizo ver la realidad, una única y absoluta que lleva años intentando ser vista, solo que ahora no sé qué tan capaz seré de afrontarla. Ojalá fuera igual de valiente que ella...

Si decido esperarte •|Daniel Gal|• SAGA WIPLASH #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora