Si decido esperarte •|Daniel Gal|• SAGA WIPLASH #1

Capítulo 25

Daniel

Es un alivio tener a Ana al fin en casa, ahora todo está en su lugar.

La verdad es que no esperaba que Ana y Helián se llevaran tan bien. Tengo entendido que casi no se ven, a excepción de cuando fueron a cenar en Las Vegas. No es que me moleste, pero se me hace raro.

Hablando de, Romina no me ha llamado, solo me escribió un mensaje preguntando cómo estoy y le contesté que bien, nada más... No sé si tengo ganas de hablar con ella.

De repente, la casa se quedó sola. Bueno, casi. Helián y Ana se encerraron en su cuarto, Jota dijo que regresa mañana, Diego se fue con Talía y Smoke tiene una cita, así que también está por irse. Nuestra relación ya está mejorando, aunque aún está un poco enojado... Por lo menos ya me habla.

Anita interrumpe nuestra conversación cuando sale de su cuarto, con una sonrisota en la cara, ¿ahora qué trae?

—Voy a la tienda. ¿Hacemos noche de películas?

—Va, sí. — Sonrío. La neta extrañaba mucho estos momentos con ella, solo nosotros, sin peleas...

—¿Te quedas? — Le pregunta a Smoke.

—No, tengo una cita.

Ana se emociona y le da un abrazo. Alguien tendrá que darme el chisme después.

Smoke se despide y baja con Ana. Seguro la acompaña y de ahí se sube al taxi para irse. Me dejan solo en la sala. Solo con Helián.

Sale del cuarto y platicamos de cosas equis, de todo y nada al mismo tiempo. Nunca hemos sido muy amigos, pero es chido platicar con él cuando nos vemos.

—Daniel, hay algo que tienes que saber.

—¿Qué pex?

—Es que... — Se frota las manos, nervioso. —Tú eres como un hermano para Ana y eres un buen amigo, creo que por eso tienes que saberlo... Yo quiero a Ana.

De repente dejo de oírlo. ¿Quiero a Ana? ¿Cómo?

—Quisiera empezar a tratarla más, salir con ella... No es que necesite tu aprobación o tu permiso, solo quiero que lo sepas porque eres muy importante para ella.

No sé si estoy muy wey o si me estoy dando el avión yo solo, pero me dejó muy en shock su confesión. No por nada raro, no digo que Ana no pueda tener pretendientes, pero me parece raro. Nadie me había tomado nunca en consideración para salir con ella. Además, siento todavía más raro, porque si Ana empieza a salir con él, va a distanciarse de mi, y no quiero eso.

—Bueno... Ya no somos niños. — Digo lo más fuerte que puedo. —Y no tengo que decirte que, cualquier cosa que le hagas, te las vas a ver conmigo. Ana es lo que más quiero en el mundo y no estoy dispuesto siquiera a pensar en que alguien pueda hacerle daño.

—No se lo haré. — Sonríe. —Quisiera llevarla a cenar fuera.

No me fue difícil adivinar que la llevará a un restaurante de comida italiana, porque es su favorita. Hoy será la primera noche que la pasaré solo, pero ella está en todo su derecho. No seré yo quien le impida ser feliz.

La conversación terminó ahí y ella llega como a los 10 minutos. La tarde de películas transcurrió normal, pero él le dijo que quería llevarla fuera y ella prácticamente saltó del sillón para ir a bañarse y ponerse más linda de lo que ya es. Salió con unos pantalones, botas y camisa de franela encima de una blanca con un abrigo azul que le regaló mi mamá en una navidad.

Cuando la veo siento que no ha pasado nada, que ella no intentó suicidarse, que yo no le dije a todas esas cosas terribles y que nuestra amistad no vendía de un hilo... Tampoco el miedo que sentí por la simple idea de perderla.

Elián no dejó de sonreír al verla y yo siento algo en el estómago. Debe ser emoción por ver qué está mejor.

—¿Nos vamos? — Pregunta acomodándose bien las mangas para que no se le corran los vendajes.

—Sí, vámonos. —

Nos levantamos. Yo, para despedirme y Helián para llevarse lejos a mi mejor amiga.

—Nos vemos luego,Dani.

—Adiós — La abrazo —, diviértanse.

Y, así, Helián se la lleva, dejándome solo. Siempre que Ana se va me quedo completamente solo.

Las horas pasan y solo me dedico a ver la tele o el teléfono, pero de repente comienza a sonar muchas veces y veo las notificaciones. Todas son de Twitter.

En cuanto entro, me bombardean miles de twitts citados con menciones mías y todas son fotografías. Abro una de ellas y aparece Romina abrazando a quien, según me había dicho, era su primo y en la otra está ella misma besándose con ese wey. ¿Qué chingados es esto?

Me levanto del sillón y torpemente trato de entrar a mis contactos, busco su nombre en la lista y presiono para llamarle. Una vez, no contesta. Dos, tres, cuatro y no contestó ninguna de mis llamadas.

No mames, fue bien pendejo... Le dije a Ana todas esas cosas, la traté mal y todavía tuvo el descaro de echarme sus pinches lágrimas de cocodrilo... Me duele su mentira, su puta traición.

Sin más nada agarró una cerveza del refri y me la empino. El sabor amargo me queda mucho tiempo en la boca, pero no se compara con lo que me hizo sentir ella. Así se va una más, luego tres, luego saco una botella de la alacena y comienzo a tomarme la directa de ella. ¿Por qué tomo? fácil, porque estoy que me cago del enojo, porque soy un pendejo, porque por su culpa me peleé con mis hermanos... Quizás sea culpable incluso del accidente de Ana. No sé, de todo... Ella tiene la puta culpa de todo.