Capítulo 22

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Hemos estado en el hospital todo el día, su papá llegó hace rato y no hay nada que lo consuele, pero se ha mantenido en calma, incluso más que yo.

Los chicos vinieron con él y, para ser sinceros, no se ven muy bien, y ahora entiendo cómo se sintieron hace unos años...

Ahora estamos todos en la cafetería del hospital, pero nadie dice nada, así que me levanto a buscar el último lugar al que planeaba ir.

Me acerco a una de las doctoras a preguntarle dónde está la capilla, y me contesta que saliendo de urgencias a mano izquierda.

Creo en Dios, no lo puedo negar, pero nunca me sentí conectado con él de manera especial y mucho menos he hablado con él, pero lo que necesito ahora es paz, hablar con alguien de cómo me siento, y, hasta donde siempre me dijeron, él es el único que me escuchará en cualquier momento.

Ya adentro de la capilla me pongo de rodillas frente a la imágen pensando en qué dire. Tengo tanto miedo que no sé ni lo que estoy haciendo.

—Creo que no querrás oírme... — Comienzo. —Pero quiero pedirte algo... No sé cómo pedirte, ni cómo rezar, solo quiero que me escuches.... No me quites a Ana — La voz se me quiebra y el llanto comienza a correr por mis mejillas. —, no sé si pueda tener una vida sin ella... Es lo único que me queda, por favor, no me la quites... La verdad nunca he sabido estar sin ella, así que no creo que sea justo que te la lleves. Yo sí he sido un cabrón, castígame a mí, pero ten en consideración que, si te la llevas, yo me iré con ella...

No sé si lo que dije estuvo bien, no me interesa... Solo quiero despertar ya de esta pesadilla.


—Daniel... — Escucho voces luego de unos minutos y luego siento una mano en mi hombro, es mi mamá. —Ven, acompáñame,

Me levanto y voy con ella a la sala de espera, donde está uno de los doctores que se llevó a Ana.

—Hola, Daniel — Estrechamos las manos. —, tu mamá y tus amigos me comentan que tu la encontraste... Cuéntame, ¿cuánto tiempo pasó?

Suspiro, cansado... En verdad ya no quiero recordar eso. —Como una hora... Ella dijo que quería dormirse, por eso la dejamols en su cuarto.

—Escuchen... Ana perdió bastante sangre, si no se le hace una transfución, es casi nula la probabilidad de que sobreviva. — El doctor me ve. No es necesario que lo pida, porque sin pedirlo le diré que sí. —Necesita unos cuatroscientos mililitros... Y el único que tiene su mismo tipo de sangre, eres tú.

—Sí, sí... Haré lo que me pidan.

El doctor sonríe con alivio. —Ven conmigo, firmarás unos papeles y comenzaremos el proceso.

Asiento y veo a todos a mi alrededor y a su papá dándome las gracias en silencio... Ojalá algún día todos sepan lo que significa ella para mi.

400 mililitros, es más de lo que pensé. El mareo y las náuseas fueron la peor parte, pero procuré pensar en otras cosas.

Recordé el día que la conocí... Pobrecita, al inicio pensé que era muy torpe por haberse caído de la bici, pero luego de ese olpe se prometió a sí misma que nada iba a tirarla de nuevo, y cumplir tanto con ello la derrumbó completamente... Siempre es tan valiente y atrevida que suele darme miedo, va tan adelante de nosotros y siempre marcando el camino que no sé siquiera cómo sobrevivimos sin ella la última semana. Cómo sobreviví yo. Siempre la necesité, no sé cómo pude decir que no, y es ahora que incluso yo estoy luchando por salvar su vida que me doy cuenta de lo necesaria que es ella en la mía.

Durante todos estos años nunca me pregunté si había algo después de ella, pero creo que no hay nada. Mis sueños, mis metas, mis caídas y mi simple existencia empiezan y terminan con ella.


Si decido esperarte •|Daniel Gal|• SAGA WIPLASH #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora