Capítulo 29

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Al otro día

Daniel

Luego de lo que pasó anoche con Ana, no dejé de sentirme raro. El hormigueo en mi estómago no ha desaparecido, y me quedé despierto hasta tarde prácticamente velándole el sueño. Me quedé a dormir con ella y recordé cuando amanecí a su lado en Las Vegas, solo que ahora tengo el pecho encendido con una llama que no sé cómo apagar porque nunca la había sentido.

No sé si nunca le había prestado suficiente atención a qué es lo que pasaba, pero hoy veo en ella cosas que nunca había percibido. Tiene un lunar muy pequeño arriba de la ceja izquierda, sus pestañas son muy largas y de hecho las tiene un poco enredadas con el cabello porque lo tiene todo en la cara. No necesita estar maquillada para verse bonita. Ahora que lo pienso, es preciosa y ni siquiera tiene que intentarlo.

Su respiración es muy tranquila y de vez en cuando tiene algunos espasmos por lo que sea que esté soñando... Me pregunto qué será... No es la primera vez que la veo dormir, de hecho últimamente he dormido con ella más veces de las que hubiera imaginado, lo cual es raro, creo...

Repentinamente se mueve y abre lentamente los ojos, pero ya no me importa que me encuentre mirándola.

Cuando los abre por completo me regala una preciosa sonrisa. —Hola...

—Buenos días.

Se talla los ojos y se incorpora. —¿Qué hora es?

—No sé, como a las nueve.

Se estira y vuelve a meterse entre las cobijas. —No hay que trabajar hoy...

—Pues no vayamos — sonrío —, ¿quieres que hable a la disquera para cancelar?

—Aja. —Contesta como niña pequeña mientras me abraza. —Porfis.

Intento levantarme, pero ella no me deja. —Ana, tengo que llamar. — Digo riéndome, la oigo hacer berrinches y me suelta.

Llamo rápidamente a la disquera para avisar que nos encontramos un poco indispuestos y que no iremos. Al final, solo nos falta grabar una canción más y terminamos.

Cuando cuelgo el teléfono y volteo para acostarme de nuevo, encuentro una preciosa chica viéndome. Carajo... Esos ojos tienen el poder de llegar hasta lo más profundo de tu alma, se clavan y se quedan ahí. Creo que nunca habrá algo capaz de sacar esos ojos de mi corazón.

Tengo dudas, bastantes, me invaden y no hay una explicación coherente para ninguna. El fuego que siento dentro sigue creciendo, es un calor inmenso, me abraza cálidamente y poco a poco logra darle a mi mente y corazón algo que quizás siempre había sido, solo que no había querido verlo, hasta hoy. Si lo pienso, la única explicación es que toda ella se está metiendo en mí.

—¿Qué? —Pregunto.

—Nada. — Contesta, abrazándome.

—¿Qué vamos a hacer hoy?

—No sé, lo que quieras.

—Hay que quedarnos en pijama todo el día...

—Va.

Se levanta de la cama y va a mi cuarto para avisarle a Jota del plan, después regresa y llama a alguien... Y yo confirmo una vez más lo que estoy sintiendo cuando veo el nombre de Helián en la pantalla.

—Hola— Contesta ella, muy sonriente, alcanzo a escuchar que él la llama Bella... Y siento ganas de ahorcarlo. —, Bien, gracias... — Continúa. —Es que hoy no vamos a trabajar y quería saber si quieres venir, pero tienes que venir en pijama. — Lo hago reír y ella le hace segunda. —Sí, en pijama... Sí, pero no te tardes... Sí, yo más, adiós. — Cuelga, pero la sonrisa no se le va de la cara. ¿Para qué le habló? Ya no voy a poder estar tan cerca de ella como yo quiero.

Nuevamente, me sorprende mirándola.

—¿Puedo preguntarte algo? — Escupe de la nada y le respondo que sí. —¿Qué opinas de lo que está pasando con Helián?

Su pregunta me agarra en curva, no sé qué contestarle, pero me aterra lo que sea que pueda pasar entre ellos.

—No opino nada. — Contesto. Y miento, además. —Me basta con saber que estás bien. — Sí, lo está, pero no conmigo.

De repente se levanta de la cama y se sienta en mi regazo con sus piernas a mis costados y me abraza. Me tomo el tiempo necesario para prestar atención a su aroma, a su piel y a su contacto. Después de unos segundos me suelta, pero su rostro queda peligrosamente cerca del mío, y temo por no resistirme a besarla teniéndola así.

Le caricio una mejilla, ella se hace pequeña bajo el roce de mi mano y nuevamente encuentro sus ojos.

—Gracias... — Dice de la nada. Parece que ha despertado de una especie de trance, pero no se mueve de donde está.

—De nada...

Ninguno de los dos dice nada más porque de manera muy oportuna y pendeja, Jota entra al cuarto. Abre los pinches ojos como si hubiera visto un pinche fantasma. Me lo voy a madrear.

Si decido esperarte •|Daniel Gal|• SAGA WIPLASH #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora