Capítulo 41

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—¿Qué me ven? —pregunto al ver las caras de todos cuando cierro y vuelvo a la sala.

—¿Ya te diste cuenta? —pregunta Arantza.

—¿De qué?

—De qué escucharlo era una buena idea —dice muy sonriente y me contagia su sonrisa.

—Creo que sí...

—¿Y qué vas a hacer? —pregunta Jota.

—¿Vas a perdonar al todo pendejo?

—¡Diego! —me río—No sé...

—¿Cómo no vas a saber?

—¡Pues así!

—No la presionen —me defiende Arantza—, tiene que terminar de comprender lo que siente —me mira—, ¿tú quieres que pase algo?

—No sé —suspiro—. Lo he esperado por tantos años que ahora me es difícil pensar en ello.

—Tienes bastante tiempo para pensar, ya lo has oído, ahora la decisión es completamente tuya.

Pienso en lo que acaba de decir y la verdad no me reconforta tener que pensar lo que quiero hacer, porque si fuera por mí, todo podría seguir igual que antes, pero este último año Daniel me hizo ver mi suerte, así que no estaría nada mal darle una cucharada de su propia medicina.

—No, no hay que pensar tanto, dejemos que sufra unos días.

Mi comentario hace reír a los niños. Supongo que no esperaban algo parecido.

—Ojalá supieras cuánto te ha llorado...

Miro a Jota. —¿En serio?

—En serio. Es como un bebé recién nacido, se volvió insoportable.

—¿Tanto así?

—A todos nos llenó de mensajes preguntando por ti —contesta Diego al mismo tiempo que todos sacan su teléfono. A Jota le pregunta si no ha hablado conmigo, a Rodrigo si estoy con él y a Diego si no sabe nada de mí. La verdad todo esto me parece irreal, suena a algo que nunca creí que pasaría.

Sonrío —Es un idiota...

—Y cualquier idiota en su sano juicio...-

—Podría amarte con locura —lo interrumpimos Arantza y ho para completar la icónica frase de mi amigo, cosa que le da risa a todos.

—Si lo que quieres es estar con él, te apoyaremos en todo.

—¿Qué creen que deba hacer ahora?

—Primero yo tengo otra pregunta —me interrumpe Diego—, ¿qué fue el putazo que se escuchó?

—Le pegué.

—¡¿Tú a él?!

—¡No mames, Ana!

—¿Qué? ¡Leyó mi diario!

—No tenías que pegarle —me regañan, todos incluida Arantza.

—Me besó sin mi consentimiento.

—¿¡Cómo!? —pregunta Arantza pegando un brinco sobre Rodrigo que le hace soltar un quejido de dolor.

—Pues así.

—¿Quieres saber cómo se da un beso, nena?  —pregunta a mi amigo en tono travieso.

—Chistosito...

—Bien qué quieres.

—¡Ya! —se ríe—, ¿Cómo pasó?

Les conté todo lo que hablamos y lo del beso. La verdad no sé qué sentí cuando lo hice, sólo sé que hay algo muy dentro de mí que me pide ir detrás de él, pero ya luché demasiado tiempo, ahora le toca a él.

—Está bien pendejo. —Concluye Diego, y quizás sí lo sea.

—Pendejo o no, es decisión de Ana.

Suspiro. creo que por el momento es demasiada carga mental.

—Bueno, creo que yo iré a recostarme un rato.

Me despido de todos y entro en la recámara de Rodrigo para acostarme. No tardé mucho en quedarme dormida, pero antes recibo un mensaje que leí desde las notificaciones. Por supuesto, no hace falta que diga quién lo envió.

Si decido esperarte •|Daniel Gal|• SAGA WIPLASH #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora