Capítulo 19

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Viernes

Daniel

Al fin pude volver a dormir en mi cama, me desperté como a las 10 y, por alguna razón que no conozco, Jota está metiendo sus cosas en una maleta.
—¿A dónde vas?

—Necesito que te levantes ya.

—¿Por qué? ¿Qué pasa?

Deja lo que está haciendo y se sienta junto a mí en la orilla de la cama, parece que quiere llorar.

—Tienes que estar tranquilo, y ser muy fuerte... Te va a hacer falta.

—Wey, ya dime...

De repente pienso en Ana y en lo peor al mismo tiempo. ¿Algo le pasó? si es así, mi vida entera se irá con ella...

*****

Ana

Por primera vez en mucho tiempo pude conciliar el sueño... Me siento tranquila.

Me levanto de la cama y voy al cuarto de mis papás, pero no los encuentro.La cama no está tendida, el oxígeno de mi mamá no está en su lugar y el oxímetro está apagado.

—Ana...

Conozco esa voz. Es Verónica, detrás de mi. ¿Qué hace aquí tan temprano?

—¿Y mis papás?

Me toma de la mano y nos sentamos en la cama sin tender.

—No quisimos despertarte, nena... Tu papá dijo que no duermes muy bien todavía.

—No me hubieran despertado por algo sin importancia, por eso quiero saber en dónde están.

—Tu mamá se puso mal anoche... — ¿Por qué me lo dice tan despacio? —Tu papá quiso llevarla al hospital, pero...

—¡¿Pero qué?! ¡Habla ya!— Grito, levantándome de la cama. ¡Ella es doctora! ¿Por qué carajo lo dice todo tan despacio?

—Linda, ven, siéntate... — Me jala para sentarme otra vez y pone sus manos en mis mejillas sin importarle que esté llorando. —Tu mamá no logró llegar al hospital...

Luego de eso, dejo de escucharla. No sé qué está diciendo, no entiendo nada de lo que dice ni porqué mi mamá no está en su cama... ¿Dónde está mi mamá?

—Ana, despierta...

—No... — Me toma del brazo, pero me quito, no quiero que me toque. —Mamá... ¡Papá! ¡Papá!

Salgo corriendo del cuarto, pero no sé si ir a encerrarme al mío o buscar a mis papás, no sé, no sé...

—¡Papá!

Bajo las escaleras lo más rápido que me dan las piernas pero antes de llegar al último escalón me fallan y caigo de bruses al suelo. El golpe no fue lo suficientemente fuerte como para despertarme a lo que sucede. Porque no puedo imaginarme existiendo en un mundo sin mi mamá...  Cuando levanto la cara mi papá está corriendo hacia mi, pero yo veo lo que hay detrás de él... El servicio funerario llevándose a mi mamá en una bolsa de plástico.

Me mira, aturdido, y, claro, no es el mismo... Las ojeras bajo sus ojos muestran no una, sino muchas noches en vela cuidando de mi mamá... Noches que pudieron ser mías si me hubiera quedado con ellos... Si no me hubiera ido...

—No dejes que se la lleven, papá... — Le pido, aún en el suelo.

—Ven, nena... — Vero intenta levantarme pero otra  vez me quito. No quiero que nadie me toque, ni que me hablen, ¿quién dice que lo que está en esa bolsa es mi mamá?

—¡No! ¡No pueden llevársela! ¡Mamá!

Verónica me levanta y me lleva a rastras a mi cuarto, me acuesta y me da unas gotas con un horrible sabor amargo... Se queda conmigo unos minutos y se queda conmigo, abrazándome, hasta que dejo de llorar... Supongo que piensa que ya pasó todo, pero no es así... Nuevamente siento cómo el pecho se me quema y que quiero llorar, pero creo que me quede sin lágrimas. El simple esforzarme me duele...

Ella se me acerca y me besa la frente, me abraza y luego me acuesta en su regazo. Tengo un agujero en el pecho, lo siento, y ahora comprendo porqué Laura Esquivel decía que si uno tiene un agujero en el pecho, como el mío, se le cuela un frío infinito que no se calienta con nada... Así me siento yo. Ni los abrazos de Verónica podrán hacer que me sienta mejor.

Las gotas no logran cedarme por completo, por lo que logro ver la hora en el reloj de mi pared cuando escucho al servicio salir, subirla al coche y arrancar... A las 9:17 perdí completamente a mi mamá.

Vero no me soltó ni un segundo, y ahora se lo agradezco... No sé quéhubiera hecho sin ella aquí.

—M-mi teléfono... — Susurro luego de un rato.

—No... ¿Para qué lo quieres?

—Rodrigo... D-Diego... — Me escucho balbucear tan bajo que apenas y me oigo, y temo no poder pronunciar palabra sin echarme a llorar. Supongo que esto es lo que hace cualquier persona que pierde a un ser amado... Llorar.

Se limpia los ojos y no parece muy convencida, pero de todos modos me pasa el celular y con las pocas fuerzas que me quedan marco el número de Jota...

—¿Hola?— Contesta, todavía dormido, y su voz hace que no me sienta tan miserable.

—Hola... — Contesto luego de tomar aire suficiente.

—¿Qué pasó?

—¿P-puedes v-venir...? — Apenas y me escucho... Espero que me entienda...

—Ana, ¿qué tienes? ¿éstás bien?

—M-mi mamá... — Comienzo a balbucear, aunque el llanto me gana otra vez, Pero no hay lágrimas... Solo quejidos...

—¿Tu mamá qué, Ana?

Intento dejar de sollozar un poco, pero es inútil, así que le contesto en medio de mi llanto sin lágrimas.

—M-mi m-mamá... — Tomo aire. —S-se m-murió...

—Vamos para alla. — Me dice apenas termino de hablar. —Te amo, Ana... Espera a que lleguemos, te lo suplico...

—T-te amo...

Mi amigo cuelga y yo, luego de esforzarme un poco, logro sacar algunas lágrimas... Al fin siento que puedo descansar un poco.

—Ya, mi niña... — Verónica me aprieta más en su regazo. Ella también llora... —Tienes que descansar... Te prometo que, dónde sea que esté, está bien...

Aquella promesa me hace pensar... Sé que ella estará bien, pero mi mundo no está diseñado para funcionar sin ella... ¿Qué podré prometerme a mí misma a partir de ahora? Ya no tengo nada que darme...

Si decido esperarte •|Daniel Gal|• SAGA WIPLASH #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora