Capítulo 47

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Ana

Daniel logra sorprenderme una vez que se lo propone. Jamás lo creí capaz de hacer algo parecido para mí. De hecho nunca lo había hecho. Decoró todo como a mí me gusta, los colores, las flores, la música e incluso la cena,  mandó traer comida italiana; pasta pizzas, vino tinto y demás

Nunca lo dimensionamos ni me pregunté cuánto tiempo iba a pasar para que llegara este momento. Tal vez sí lo hice y fue por eso que estos años me parecieron eternos, pero cuando él me mira veo en la profundidad de sus ojos ese amor que tanto busqué. El suyo, el mío y la única gran verdad que yo también me negaba a ver: fue un amor que siempre había estado ahí y que siempre fue el mío.

Nuestras manos siempre estuvieron juntas, nunca me soltó. Incluso bailó conmigo, y hasta hace poco, Daniel no bailaba con nadie.

Antes de que dieran las doce, Dani pidió que nos sentáramos, dijo que tenía un anuncio importante para nosotros.

—Como ya sabrán —comienza—, estamos aquí para celebrar el cumpleaños de nuestra dorada Anita —dice mirándome con una sonrisa—, además esta reunión tiene otro fin. Como todos saben... —bebe de su copa— Hace algún tiempo Anita tuvo un accidente en el que casi la perdemos —recuerda, y al parecer la garganta Se le cierra—. Ese día entendí que el amor que tanto busqué estuvo frente a mí todo este tiempo. Comprendí que no necesito más que esos hermosos ojos o esa sonrisa —confiesa mirándome a los ojos—. Cada parte de tía, Ana Sofía, la llevo dentro del alma y no habrá nada, ni nadie que pueda cambiar lo que he sentido por ti en nuestro pequeño pedazo de infinidad, y estoy orgulloso de amarte, honrado de que hayas decidido regalarme ese amor tan puro que emana de ti —en este punto ambos estamos llorando—. Sé que te hemos hecho un regalo como este antes, pero tienes que saber que por el momento lo único que puedo darte es música y mi corazón

No puedo pedirle más, pero también sé que todo lo que él haga esta noche tiene un solo fin: que yo lo perdone, y sé que nadie jamás podrá hacer algo como esto para mí. Creí que no me conocía, pero sí lo hace, incluso mejor que yo.

Mientras escucho la canción y lo veo a los ojos intento captar cada una de las palabras que recitan. Llegando al verso dos tal vez ya se me hizo demasiado tarde para pedir perdón, pero, ¿casa cuánto se debe pedir perdón? Él ya lo hizo. Hay que ser felices un segundo, diez mil años, lo que venga, como si al final nadie saliera herido, al terminar...

Ahora, esta noche me siento sumamente feliz. Esta noche equivale a esos diez mil años. Nada me hace más feliz que sentirme amada por él. Ahora puedo mirar años atrás y verme todo ese tiempo, todas esas lágrimas y puedo repetirme que todo valió la pena. Es una canción preciosa, Talía tenía razón cuando aseguraba que le estaban grabando.

Estamos sentados, simplemente escuchando, escuchando todo lo que Daniel acaba de descubrir.

Cuando la canción termina, Daniel se levanta de su asiento, saca una cajita de la bolsa de su saco y me la entrega

—Feliz cumpleaños, nena

Abro la caja, dentro hay un anillo color plata con una piedra rosada en el centro, y sostiene una nota enrollada en su interior:

Las estrellas guardan deseos hasta que se cumplen y tú fuiste mi deseo

—No guardaste mi diario, ¿verdad?

ambos nos reímos y él asiente— Ahora lo guardaré yo. ¿Te lo pongo? —asiento y me coloca el anillo en el dedo—, ¿te gustó?

—Me encantó —sonrío—, gracias...

—¡Ya dile que sí lo vas a perdonar! —grita Talía desde el fondo y hace reír a todos.

Daniel y yo nos miramos, parece que no no lo hemos hecho desde hace mucho tiempo, y sus ojos gritan, piden que lo perdone.

—Sabes que te amo, ¿verdad? —asiento—, y que nada me haría más feliz que pasar lo que me quede de vida a tu lado...

—Yo te he amado toda mi vida, Daniel —lo tomo de las mejillas y junto mi frente con la suya

—También yo, solo que no lo sabía

—¿Ahora ya lo sabes?

—Jamás había estado tan seguro de algo en toda mi vida, nena

—¿Completamente seguro? —paso mis manos alrededor de su cuello y él rodea mi cintura

—Completamente seguro —sonríe—. Te amo, y quiero estar contigo.

—¿Me estás pidiendo que sea tu novia?

—Es lo único que falta —sonríe— , ¿quisieras serlo?

—¡Ya dile que sí!

—¡Ya, Talía! —grita Diego tapándole la boca.

—¿Entonces? —vuelve a preguntar Daniel—, ¿quieres pasar el resto de nuestros días con este pobre infeliz, que jura amarte hasta ese último día?

Antes de responderle volteó a ver a mi familia. Creo que al final tengo lo que siempre quise: amor, familia y amigos.

—Sí —contesto viéndolo a los ojos—, ¡Sí! ¡Mil veces sí!

La vida por sí misma es maravillosa, tardé mucho tiempo en entenderlo pero lo hice cuando Daniel me besó, oficialmente nuestro primer beso como novios, como algo que apunta a la eternidad.

Si decido esperarte •|Daniel Gal|• SAGA WIPLASH #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora