7. Ayuda de carga.

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Alec.

Tres días después de visitar la casa antigua con mi padre, empecé a tener las reuniones con su equipo de construcción, con sus ingenieros y arquitectos para plasmar una idea y poder mostrárselo.

Desde ese día no volví a cruzar palabra con Noah, a veces solo le veía entrar en el edificio y ya no volvía a verlo el resto del día,

Después de aquella pequeña charla que tuvimos, empecé a pensar en muchas cosas, en mi vida antes del accidente, que para mí era algo que jamás había sucedido, aunque estaba consciente que para todos muchas cosas habían sucedido en esos últimos años.

Era muy abrumador saber que no solamente lo había olvidado, también mis recuerdos con Jessie y mis padres se fueron, aunque trataba de demostrar que había retomado mi vida de buena manera, era algo que aún me molestaba de vez en cuando.

—¿Qué te parece este diseño para las ventanas?

Mire el boceto en una página de papel, no estaba mal pero aún me parecía demasiado moderno para lo que tenía en mente.

—Hum, ¿Puedes pensar en algo más? —pregunte— Entre lo moderno y lo antiguo, quiero ventanales modernos, pero no quiero perder la esencia de la casa.

—De acuerdo, intentaré algo más.

Llevábamos al menos dos horas intentando encontrar un estilo que nos convenciera a todos, el problema era que no podíamos ponernos de acuerdo, por lo que, estaba siendo más difícil de lo que imaginaba.

La puerta se abrió dejándome ver a mi padre con una cara de pocos amigos, hizo una seña para que le siguiera y salí de nuevo con el guiándome.

—Necesito tu ayuda —dijo serio—, algún idiota de abajo no sabe hacer bien su trabajo y arruino uno de los objetos que sacamos el otro día.

—¿Cuánto va a costarnos?

—No mucho, según Noah, no era algo muy antiguo o valioso, pero no quiero que se repita —esta vez me miró amenazante y no pude hacer más que asentir—, por eso quiero que tu ayudes a Noah por ahora.

—¿Yo? No sé nada sobre cosas antiguas —expliqué.

—No harás nada de eso, solo le ayudaras a mover cosas y en lo que te pida.

—Seré el burro de carga entonces —afirme.

—Más o menos —dijo en medio de una carcajada.

Terminamos por bajar a un piso que muy pocas veces se utilizaba, estaba algo abandonado de no ser por las cosas que papá guardaba ahí en diferentes habitaciones.

—Ve al final, ahí está el pobre chico a punto de tener un ataque —trato de bromear—, se amable con él, ¿Puedes?

—Seguro.

Camine hasta llegar a la última habitación, dentro de esta había un montón de cosas desordenadas y en medio de ellas, un chico que tenía entre sus manos lo que parecía ser alguna pintura.

Se veía triste mientras revisaba las cosas entre sus manos, como si deseara que estas hicieras magia y lo repararan.

—¿Quieres un pañuelo? —pregunte llamando su atención.

—No —negó bajando la mirada— ¿Puedes hacer magia?

—No como me gustaría —negué.

Sin romper nada me hice camino hasta llegar a donde estaba, me senté quedando frente a él con una pequeña sonrisa para aligerar un poco el momento.

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