40. El mundo entre los brazos

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Alec.

—¡Apresúrate o tus padres van a matarnos por llegar tarde! —apresure a Noah desde la sala de estar.

Habíamos quedado con sus padres para ir a cenar, habíamos hablado con ellos dos días después de mudarnos juntos, ellos al igual que mis padres estaban muy felices por nosotros, pero ahora mismo quería no solo volver a ganarme la confianza de ellos, si no también la confianza de Noah, aunque sabia que él ya confiaba en mí, quería que todos supieran que hablaba enserio sobre esta relación.

—¡Ahora voy! —grito desde la habitación.

—¡Apresúrate! —volví a gritar.

En realidad, nos quedaban unos cuantos minutos de más para poder salir, pero si algo había aprendido de este nuevo Noah era que le gustaba tomarse su tiempo para elegir la ropa, si tenia la oportunidad combinaba la ropa interior a pesar de que aparte de el mismo, solo yo miraba esas prendas.

—Estoy listo —dijo llegando a la sala de estar.

—Estás... hermoso como siempre.

—T-Tu también te ves bien —dijo mostrándose nervioso.

—¿Sólo bien? —bromee con él.

—N-No... bueno, quiero decir que te ves muy guapo.

—Lo se, solo juego contigo.

Luego de que se quejara y yo me riera de ello, salimos del departamento para ir a casa de sus padres donde tendríamos nuestra cena, si era sincero a pesar de no ser la primera vez, estaba nervioso como cada día que íbamos a su casa y Noah siempre notaba eso.

—¿Estás nervioso? —preguntó.

—Un poco —respondí sincero.

—Cariño, solo son mis padres y ellos te aman —alego—, no tienes que estar nervioso, pero recuerda que yo estaré contigo.

—Gracias.

—¿Quieres conducir? —preguntó mostrándome las llaves del auto.

—Seguro.

Sabía muy bien que esa era una de sus estrategias para que no pensara mucho las cosas, durante el camino me centraría en conducir y no me permitiría pensar en nada más, por lo que Noah sabía que ofreciéndome aquellas llaves, era una manera sutil para calmar mis crecientes nervios.

—¿Ya sabes que quieres hacer para Noche buena? —pregunté.

—Aun faltan unos meses para eso —respondió—, pero me gustaría pasar el día con mis padres.

—¿Y que hay de Año Nuevo? —pregunté esta vez.

—Bueno, si tu quieres pensaba ir con tu familia o podríamos hacer algo solo nosotros dos —propuso.

—Podemos pensar en algo.

Faltaban al menos tres meses para que llegara diciembre, sin embargo, aún así quería saber los planes que Noah tenía en mente, a mi en realidad no me importaba mucho que hiciéramos o a donde iríamos, lo único que me importaba era pasar todo ese tiempo con el chico que estaba a mi lado.

Además, sentía que le debía todo eso, no se como pasó los últimos años, pero ahora mismo quería compensar por todo ese daño que le había ocasionado.

Llegamos a casa de sus padres en un par de minutos, luego de estacionar el auto y bajarnos de este, ya estábamos llamando a la puerta la cual fue abierta por su madre.

—Al fin llegaron —dijo.

—Hola, mamá —le saludo Noah.

—Hola, cariño —le saludo ella.

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