34. Apostar que te amo

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Alec.

Ese día por la noche, ambos hablamos de muchas cosas en la habitación hasta que Noah se quedó dormido, por mi parte le observe un largo rato, me gustaba verle dormir porque era un momento en que me transmitía tanta paz.

El sueño estaba apoderándose de mi cuerpo, por lo que con mucho cuidado me levante de la cama dispuesto a irme, me asegure de que Noah estuviera cómodo y luego de eso salí de la habitación, no quise usar la habitación de invitados, así que simplemente fui a acostarme en el sofá que había en la sala de estar.

—¿Alec?

Me queje al sentir como alguien intentaba despertarme, murmure algo que no logre entender porque aún estaba bastante dormido, sin embargo, cuando siguieron insistiendo, no tuve otra opción más que despertar de una vez por todas.

—¿Qué sucede? —pregunté.

—¿Por qué dormiste aquí? —preguntó Noah luciendo preocupado.

—No quería abusar de nuestra confianza —expliqué—, no iba a quedarme en tu habitación y no quise abusar y entrar a la habitación de invitados.

—Creí que ya teníamos esa confianza —murmuro haciendo un puchero.

—Yo... no quería sobrepasarme —agregue—, no quiero que pienses algo malo de mí.

—Jamás pensaría algo malo sobre ti —negó mostrándose un tanto indignado por lo que dije—, ¿Quieres desayunar? —preguntó cambiando su semblante y mostrando una sonrisa.

Vi como se alejo y se fue a la cocina, entrecerré los ojos al ver que estaba haciendo lo mismo que la ultima vez, estaba evitando la conversación y aunque sabia que estaba haciéndolo, decidí no presionar sobre ello, esperaría el momento adecuado para indagar porque hacia eso, además, quería saber si había dicho algo mal.

—¿Quieres que te ayude a cocinar? —pregunté acercándome a la cocina.

—No, está bien —negó.

—¿Luego de desayunar, podemos hablar? —pregunté.

—¿Sobre qué? —preguntó mientras sacaba cosas de los estantes—, ¿Paso algo malo?

—Bueno, depende de cómo lo tomes.

—¿Qué sucede?

—Hablemos luego de comer.

Me miro molesto, pero aun así siguió cocinando lo que sea que iba a preparar para el desayuno, lo hizo en silencio mientras yo soportaba las ganas de echarme a reír, era más que obvio que no estaba molesto conmigo.

—Si sigues viéndome así, te dejare sin desayuno —me amenazo.

—No estoy viéndote de ninguna manera —me excuse mientras levantaba los brazos.

Cambiamos el tema de conversación y mientras yo hablaba de varias cosas, Noah me escuchaba y preparaba el desayuno, me gustaba verlo caminar de un lado para otro, ver como se desenvolvía tan fácilmente en la cocina, siempre fue de mis cosas favoritas verlo cocinar, los músculos de su espalda y brazos se tensaban, el delantal que usaba marcaba su diminuta cintura, los pantalones de pijama se ajustaban en los lugares adecuados y no mentiría al decir que me gustaba ver su parte trasera.

—¿Qué tanto ves? —preguntó Noah acercándose y recargándose con sus brazos en la isla.

—Eres bellísimo —dije sin titubear—, antes me gustabas mucho Noah, pero ahora mismo puedo admitir que estoy enamorado de ti —dije sin miedo—, incluso podría apostar que te amo.

Vi como abrió los ojos de par en par, su piel pálida se volvió roja y sus pupilas se dilataron, no sabía si era miedo o asombro lo que expresaba, pero ni siquiera así pude dejar de pensar en lo hermoso que era.

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