42. Salir sin avisar.

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Parte 2.

Noah.

El sol estaba haciendo acto de presencia anunciando el inicio de un nuevo día, ojalá pudiera decir que Alec y yo nos habíamos despertado a esta hora de la mañana, pero sería una vil mentira, en realidad no habíamos dormido en lo más mínimos en toda la noche y ahora mismo veía desde lo lejos a un Alec solamente vistiendo su pantalón de pijama, recostado en la terraza del departamento fumando con el cielo tornándose de naranja a sus espaldas.

¿Era una vista tentadora? Claro que lo era, me gustaría estar junto a él, pero el olor que desprendían los cigarros siempre me hacía toser o tener un ataque de estornudos que despertarían a todo el edificio, así que me limitaba a verlo desde una distancia bastante prudente.

Me abrace a mí mismo porque a esta hora de la mañana siempre hacía mucho frío y yo solo llevaba puesta la camisa de pijama de Alec, la cual a duras penas llegaba a la mitad de mis muslos.

—Te vez extremadamente sexy desde aquí —dijo Alec desde afuera—, ven aquí —pidió.

—Hace mucho frío —me excuse.

—Ven, te abrazare para que no sientas frío.

Estaba a punto de negarme y darle otra excusa, sin embargo, no pude hacerlo al verlo con los brazos abiertos y una enorme sonrisa en su rostro, eso significaba que tendría que fingir que el olor de los cigarros no me molestaba.

Camine hasta llegar a él y tal como lo dijo, me envolvió con sus brazos para que no sintiera frío, ambos estábamos viendo el cielo, como de a poco los colores naranjas eran sustituidos por un celeste brillante.

Mantuvo el cigarro en una de sus manos, aclare mi garganta al sentir como el humo se calaba en mis fosas, talvez si hablábamos y no le prestaba tanta atención a ese olor, no terminaría despertando a todo el edificio.

—Sabes, siempre imagine una escena como esta —confesé—, siempre soñé con despertar un día y que todo fuera solo un mal sueño. —dije sonriendo— Despertar y que tu estuvieras a mi lado como antes.

—¿Y ahora estas despierto? —preguntó mostrándome una sonrisa.

—No lo sé, pero tampoco me importaría si solo fuera un sueño —negué hacia él—, en todo caso, espero estar soñando durante el resto de mi vida.

—¿Puedo preguntarte algo? —inquirió.

—Claro.

—¿Por qué lo hiciste? Ya sabes, intentar terminar con todo.

Me quede en silencio procesando su pregunta, a decir verdad, yo también me había hecho la misma interrogante por mucho tiempo, y finalmente después de tantos años podía saber por qué.

—Supongo que estaba cansado —dije—, es muy cansado escuchar tus pensamientos en tu contra todo el tiempo —quise explicar—, yo solo quería que estuvieran en silencio —concluí aquella idea—, además, me era muy difícil dormir por las noches porque siempre despertaba asustado, levantarme de la cama se volvía todo un reto —agregue sin verlo—, era un niño Alec, yo no sabía lo que hacía solo quería que todo dejara de doler.

—¿Te arrepientes de haberlo intentado?

—Cada día de mi vida —asentí—, pero también aprendí que estas cicatrices me han hecho más fuerte, me recuerdan que soy más valiente de lo que creía. —dije mientras me encogía de hombros— Fueron malas decisiones, pero eso me ayudo a estar donde estoy ahora.

—Tú eres un guerrero, mi Plutón.

—También fui un cobarde —contradije.

—Oye, no digas eso, todos lidiamos con el dolor de diferentes maneras.

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