31. Solo llorare y volveré a levantarme

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Noah.

Llevaba una semana encerrado en mi departamento, no había comido casi nada en todos estos días, mi corazón dolía demasiado como para ponerme de pie, apenas soportaba ir hacia la cocina en busca de agua, de lo contrario, me mantenía acostado en mi cama, debajo de mis sabanas.

Había apagado el móvil para no recibir ninguna llamada, había cerrado todas las puertas y ventanas, había llorado hasta quedarme dormido, mis padres venían todos los días a buscarme, sin embargo, no salía de la habitación, ellos tocaban un rato, pero al darse cuenta de que no abriría la puerta se iban.

Sabía que mi actitud podía asustarlos en algún punto, solo hubo una vez en que hice lo que estaba haciendo ahora y las cosas no habían terminado muy bien, sin embargo, esta vez sabía que sería diferente porque lo único que quería era un momento a solas, además, no estaban aquellos pensamientos intrusivos en mi cabeza.

—¡Noah, soy mamá!

Escuche la voz de mi madre a lo lejos, ellos tenían la llave de mi departamento, pero aun así no habían entrado en todos estos días a pesar de ello.

—¡Déjame entrar, por favor!

Estuve a punto de ignorarla, como lo había hecho en los últimos días, pero sabía que no podía seguir ignorando a todos, en algún momento tenía que hablar con mis padres o simplemente hablar con alguien sobre lo que estaba sucediendo conmigo.

Me levante de la cama sintiendo mi cuerpo bastante pesado, me sentía mareado, incluso fuera de mi mismo, pero aun así me las arregle para ir y abrirle la puerta.

—Noah, ¿Cómo estás cariño?

—B-Bien mamá —respondí de manera extraña.

—¿Puedo pasar?

Asentí, me hice a un lado dejándole la entrada libre, ella entró sin decir nada y por mi parte cerré la puerta, el departamento estaba intacto como si nadie hubiera estado aquí por días, sin embargo, mi habitación si estaba hecha un desastre total.

—Cariño, estamos muy preocupados por ti —dijo acercándose—, ¿Estás bien?

—Esta todo bien, mamá —respondí, aunque ambos sabíamos que eso no era verdad—, estoy bien.

—Noah, está bien pedir ayuda —dijo de manera tranquila—, aceptar que estas mal y necesitas ayuda, no te hace débil.

Aquello me hizo derramar algunas lágrimas, eso fue lo que dijo hace cuatro años cuando todo estaba mal conmigo, eso fue lo que dijo cuando ellos hablaron conmigo sobre ver a un psicólogo, dijo eso cuando las burlas en la universidad se hicieron presentes y ahora, ahora lo decía cuando había perdido a mi mejor amigo.

—No estoy bien —murmure.

[...]

Con ayuda de mi madre habíamos limpiado mi habitación, también había ido a aquel muelle donde solía escaparme para darle un último adiós a Mommu, esperé a que el atardecer se hiciera presente y estuve ahí junto al tarro que contenía sus cenizas.

Se suponía que una vez el atardecer llegara, dejaría ir sus cenizas en el océano, pero no lo hice, no lo hice por dos simples razones, la primera era porque no creía que ese fuera el lugar adecuado para hacer aquello, la segunda fue por que la persona que me animo a adoptarlo cuando era un bebé, tampoco estaba a mi lado.

Esperaría a que fuera el momento adecuado para finalmente despedirme por completo.

Mi móvil vibro en uno de mis bolsillos anunciando que tenía una llamada entrante, cuando lo tuve entre mis manos pude ver el nombre de Alec reflejado en la pantalla.

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