Especial San Valentin

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Jamás imagine caminar entre las calles de una ciudad tan linda como lo era Roma, mucho menos hacerlo de la mano de mi ahora esposo.

Ya hace un año que nos habíamos casado, hace un año que estábamos disfrutando de nuestra vida de matrimonio y también, de la compañía que nos hacíamos el uno al otro.

Fue un año con mucho cambios de por medio, pero sin duda alguna, cambios de los cuales jamás me arrepentiría.

—Quédate aquí, te tomaré una foto —dijo mientras soltaba mi mano y se posicionaba frente a mi.

—Cariño, ya son demasiadas fotografías —me queje sonriendo.

—Jamás serán suficientes cuando se trata de ti —aseguró.

Tomó un par de fotografías, la verdad era que ya teníamos muchas, demasiadas para ser exactos, pero justo en momentos como estos, es que valía la pena inmortalizarlos en fotos que durarían la vida entera.

Teníamos un álbum lleno de fotos de nuestra boda, retratos por toda nuestra casa y también fotos de nuestra luna de miel, aquella casa en la que vivíamos ahora, parecía más un museo que otra cosa.

Pasamos por una cafetería donde ambos compartimos un rico desayuno, un par de cafés, unos panecillos y nuestras típicas conversaciones, en este último año, habíamos aprendido que realmente la mejor parte de una relación era la comunicación, rara vez teniamos desacuerdos y basicamente nunca tenimos discusiones, todo era completamente perfecto, al menos ante mis ojos así lo era.

—¿No estas asustado? —no pude evitar preguntar.

—No cuando te tengo a mi lado —respondió sonriendo.

—Alec —advertí antes de que hiciera sus bromas—, hablo enserió, ¿Crees que estaré a la altura?

Esa pregunta me había perseguido durante mucho tiempo, me asustaba no ser un buen ejemplo, no saber como guiar al pequeño en este horrible mundo, me asustaba estar tomando una mala decisión al querer adoptar en estos momentos y no más adelante.

—Amor mio, no tienes que estar asustado —alegó—, esto es algo que ambos queremos, nos esforzaremos por hacer un buen trabajo —aseguró—, vamos a aprender en el camino, juntos como una familia, ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

—¿Estás listo? —preguntó Alec tomando mi mano— Creo que ya es hora de irnos.

Tomé una respiración, a decir verdad no, no estaba listo para lo que íbamos a hacer a continuación, en lo absoluto, pero nadie nacía listo para este tipo de cosas.

La verdad era que esta no era nuestra primera vez en las calles de Roma, ya conocíamos varios de los lugares que visitamos, pero esta vez, no estábamos aquí solo por pasar unas vacaciones como esposos, en realidad, estábamos aquí para ampliar nuestra pequeña familia, como ya lo había dicho, aunque aún parecía una cosa del otro mundo, un simple sueño, pero no lo era más.

—Estoy listo —respondí.

—Bien, entonces vamos.

Caminamos tomados de las manos, pedimos un taxi el cual nos llevaría a nuestro destino, a medida que el taxi avanzaba me sentía casa vez más nervioso, estaba totalmente aterrado con la simple idea de entrar en aquel lugar, a pesar de tampoco ser la primera vez que entraba, pero ahora, esperaba que fuera la última.

—Siamo arrivati —hablo el taxista sacándome de mis pensamientos.

—Grazie mille.

Le agradecí al conductor y también le pague la tarifa correspondiente. Nos bajamos del taxi, el cual nos dejó justo frente a la puerta de aquel gran edificio.

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