24. Segundo paso: secretos

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Alec.

Un muelle, Noah me había llevado a un muelle que por alguna razón estaba completamente vacío, era hermoso, tenía unos cuantos faroles que seguramente por la noche lo iluminaban todo, una banca y poco más, desde donde estábamos se podía ver el inmenso mar azul que se extendía hasta donde el cielo iniciaba.

—¿Qué es este lugar? —pregunté.

—Es como un lugar perdido, un secreto a voces —explicó—, básicamente nadie viene aquí a menos que seas un surfista.

—¿Lo eres?

—Lo hago de vez en cuando, bueno mis amigos son los aficionados, yo lo hago solo por diversión —explicó—, es como una playa secreta, pero en esta época del año no es muy visitada ya que las olas no son tan increíbles.

—¿Así que vienes aquí de vez en cuando?

—Vengo aquí para calmar mi mente, todos ignoran el muelle así que siempre esta vacío —dijo mientras señalaba un par de chicos a unos cuantos metros—, todos vienen a pasar el rato.

Observe el lugar y efectivamente, había unos cuantos chicos, pero solamente estaban conversando o jugando entre ellos, a nadie le interesaba lo que los demás hacían y además de eso, no parecía ser muy concurrido.

—Ven, comamos en el muelle.

—De acuerdo.

Noah me dio las bolsas de la comida y también las bebidas, mientras él fue hasta la parte trasera y sacó una mochila, luego de eso me hizo una seña para que le siguiera y así lo hice sin decir más.

—Siempre llevo una manta conmigo.

De la mochila saco la manta y la puso en el suelo, luego de eso ambos nos acomodamos en el suelo sobre la manta.

—¿Entonces, estas bien? —preguntó Noah.

—Ahora lo estoy —respondí sonriendo—, ¿puedo tomarte una fotografía?

—¿Eh? —parecía confundido— ¿Por qué harías eso?

—¿Por qué no? Quiero una foto para el recuerdo —dije simple—, vamos déjame hacerlo.

Aceptó después de rogarle por unos cuantos minutos, le saque unas cuantas fotos y luego guarde el móvil para disfrutar de nuestra salida sin distracciones, todo fue muy divertido, comimos, charlamos, bromeábamos de vez en cuando y la pasamos bastante bien a mi parecer.

—Entonces, cuéntame —habló Noah llamando mi atención— ¿No tuviste recuerdos antes de nuestra llamada?

—Si, lo tuve en realidad —confesé—, mi primer recuerdo no fue el día de nuestra llamada.

—¿Ah no?

—Nadie sabe sobre esto, ni siquiera mi madre —advertí—, sabía que tu ibas a viajar para ayudar a mi padre —dije— mi madre lo mencionó una vez que hablamos por teléfono.

—Espera, ¿Tú sabias de mi viaje? —preguntó sorprendido.

—Si, tuve mi primer recuerdo cuando estaba en Australia —dije sin mirarle—, eras tú, todos mi recuerdos son sobre ti, no importa que, todo lo que recuerdo siempre es por ti.

—¿Eso te molesta?

—No, después del accidente siempre sentía que algo me faltaba, quite tus fotografías de mi habitación, pero nunca me deshice de ellas —mencione— solía mirarlas de vez en cuando y cada vez que lo hacía, mi corazón latía acelerado, como si él nunca te hubiera olvidado.

—¿Puedo saber? —le miré confundido por la pregunta— ¿Cuál fue el recuerdo? —aclaró.

—Yo, bueno... —dudé un poco en decirlo, pero finalmente decidí decírselo— éramos tú y yo bailando, con una canción de fondo, tu llevabas puesto un traje negro igual que el mío. —trate de explicar— Eras más joven, ambos lo éramos, pasaban unas cuantas cosas que seguramente recordaras.

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