30. Una sola vida.

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Alec.

Estaba en mi departamento decidiendo que hacer, hace un par de horas había recibido una llamada por parte de un número que no conocía, sin embargo, cuando respondí y escuche lo que tenían que decir, todo fue realmente cuesta abajo y me dejo con una duda significante dentro de mí.

Flashback.

Tome el móvil el cual llevaba sonando desde hace varios minutos, no sabía quién estaba llamándome a esta hora, eran las tres de la mañana y no sabía que podía ser tan urgente como para llamar sin cesar.

Cuando vi la pantalla, se podía apreciar un número desconocido, estuve a punto de rechazar la llamada, pero debido a su insistencia de llamar tantas veces, preferí atender a esta.

—¿Hola?

—¿Alec? Soy Lena Spencer, la madre de Noah —dijo rápidamente.

—Señora Spencer, ¿Esta todo bien? —pregunté preocupado—, ¿Noah está bien?, ¿Ustedes lo están?

—Si, cariño, nosotros estamos bien —respondió.

—¿Le sucedió algo a Noah?

—Encontró a Mommu, pero no en las condiciones que nosotros esperábamos —dijo sonando decaída—, estaba muy mal y él veterinario no nos dio esperanzas —explicó brevemente—, tuvieron que dormirlo hace un par de horas y Noah no quiere hablar con nadie.

—¿Pero él está bien?

—Está encerrado en su departamento, no pudimos entrar, solamente nos pidió que lleváramos las cenizas de Mommu.

—Yo... intentaré comunicarme con él, gracias por avisarme.

—Llámame si puedes hablar con él, por favor.

—Si lo haré.

Finalice la llamada luego de agradecerle por avisarme sobre lo que sucedía con Noah, había pasado casi una semana desde que él mismo me contó que Mommu estaba perdido.

Fin del Flashback.

Había llamado muchas veces, incluso perdí la cuenta de cuantas llamadas y cuantos mensajes le había enviado, al principio la llamada finalizaba luego de varios minutos enviándome al correo de voz, luego cuando había enviado mensajes y las llamadas ya no me parecieron suficiente, él simplemente desviaba las llamadas.

Ahora mismo justo frente a mí estaba mi computadora con los vuelos disponibles, sin embargo, aún estaba dudando demasiado en que se suponía que debía hacer, no podía simplemente irme como si nada y dejar mis responsabilidades, pero por otro lado no podía dejar a Noah así.

Deje todo de lado para buscar mi cajetilla de cigarrillos, estaba demasiado nervioso, había tantas cosas en mi cabeza que prefería simplemente dejar todo de lado por un momento, quería hacer algo al respecto, pero todo parecía tener consecuencias.

Si me iba probablemente recibiría algún tipo de amonestación por dejar mi trabajo, por otro lado, si no iba y algo malo le pasaba Noah no podría perdonármelo ni en un millón de años.

El móvil sonó anunciando una llamada y al ver la pantalla de este, vi el nombre de mi madre en ella.

—Hola, mamá —respondí.

—¿Pudiste hablar con Noah? —preguntó.

—No —negué—, ¿Tú sabes algo?

—No, lo siento.

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