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Conduje por todas las calles de Seúl escuchando la radio suavemente. Había recibido llamadas de todos los chicos, cientos de mensajes, incluido Seungmin, pero no me molesté en contestarlos, miraba hacia la carretera y solo a la carretera, estaba concentrado en la música y en las calles. Apenas y era la hora de comer pero sinceramente no tenía hambre, de hecho no comí nada en todo lo que restó de día.

Seguí dando vueltas y vueltas hasta que para cuando me di cuenta aparqué justo enfrente del piso de Chan, vaya, que casualidad ¿no?

- Qué haces aquí Minho por Dios... - Me dije en voz baja en lo que golpeaba mi cabeza contra el volante.

Estuve debatiéndome muy seriamente si subir al piso o no, pero al final accedí a hacerlo. Necesitaba ropa para al menos un par de días, y la verdad no tenía muchas ganas de pisar mi piso de nuevo después de haberme ido de allí por la puerta grande, tenía un orgullo y debía de mantenerlo siendo sincero.

Cuando llegué al piso, busqué la llave que me dio Chan cuando decidimos mudarnos. Puede sonar muy de parejitas esto de tener la llave de la casa del otro pero solo me la dio por seguridad, por si en algún momento llegara a pasar algo, o tuviéramos alguna urgencia o cualquier mierda de esas, para estar más próximos entre nosotros supongo, tonterías de ser el líder. Chan dispone de una copia de la llave de nuestro piso también, así que estamos a mano. Me dispuse a entrar, rezaba porque siguiesen todavía en el otro piso y no hubiese llegado nadie aún, porque si no iba a quedar fatal. Para mi suerte, estaba completamente vacío, respiré tranquilo.

Me quedé pensando a quien quitar ropa, y sinceramente al único que se me ocurría robarle sin que se percatara era a Chan.

- Aahg. - Dije indignado. - Por qué hago estas cosas. Estoy harto de que el destino me coloque en todos lados a ese puto hombre. - Le di una pequeña patada a la mesa del comedor y me salió fatal. Me di en todo el dedo meñique, dolor. Respiré hondo y me reuní de fuerzas para salir del piso cuanto antes.

Pasé a la habitación de Chan como con miedo de encontrarme con algo que no quisiera ver, no preguntéis, a esos niveles creo que estaba paranoico.

La habitación se encontraba en un perfecto orden, tenía varias fotos con todos nosotros en una de las paredes, su cama estaba perfectamente estirada con un par de cojines a modo de decoración, su mesa de trabajo solo disponía de su portátil, un mezclador y un pequeño teclado. A otro de los lados encontrábamos su armario con un pequeño espejo y una estantería con varios objetos. Todo era negro y eso sin duda gritaba Bang Chan por todos lados, me resultaba gracioso.

Me acerqué a su armario y saqué una mochila en la cual empecé a meter una cuantas sudaderas, pantalones y una chaqueta de chándal con un par de detalles más en color que encontré al fondo de los fondos más profundos del armario, todo un detalle por parte de Chan lo de comprarse algo negro pero con una gama cromática un poco más variada al negro con blanco, merece unos aplausos. Cuando acabé me quedé reflexionando ligeramente sobre lo que estaba haciendo y no pude evitar sonrojarme, me llevé una mano a mi cara para taparla con suma vergüenza, por qué sigo haciendo esto, siquiera tengo el permiso de Chan para hacer esto, joder, fatal. Evadí esos pensamientos y salí pitando del piso antes de que lo peor ocurriera. Dejé la mochila en el maletero y volví a conducir pero esta vez con rumbo prestablecido.

Cuando llegué al parque más alejado de todo Seúl, respiré tranquilamente tumbado en la hierba, decidí quedarme allí por horas admirando la ciudad y el cielo. Volví a pensar en todo lo que le dije a Seungmin, me sentía fatal. No tuve que abrir la boca para nada, solo coger mis cosas y marcharme, sé que él dijo cosas mucho peores pero no me tendría que haber rebajado a su nivel. Bueno, supongo que lo dicho, dicho está. Al menos de lo que le dije a Han no me arrepiento, siento que me he quitado un gran peso de encima tras haber roto con él. Tal vez esté feo reconocerlo, pero no siento ni una sola gota de pena por haber cortado.

LimboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora