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Saqué la mochila del maletero y me dispuse a entrar en el hospital. Cuando llegué a la puerta de la habitación me puse nervioso, temía encontrarme algo que no me gustase o irrumpir y que a Chan no le gustase verme ahí, respiré hondo.

Todo estaba en silencio cuando entré, solo se escucha el sonido de la máquina que marcaba sus latidos, al menos ya no tenía el oxígeno enchufado y respiraba por él mismo, había mejorado bastante en apenas unas horas. Dejé la mochila en la otra cama junto a mis pertenencias. Y me recosté en la silla más cercana dejando salir un suspiro que llevaba ahí atascado desde hacía días. Me quedé un buen rato mirándolo, se le veía más relajado y con un mejor aspecto, eso me tranquilizó un poco. Dejé mis pensamientos para más tarde y me dispuse a ducharme en el pequeño baño de la habitación.

Me tomé un tiempo largo bajo el agua, estaba confundido, recapitulaba todo lo que había pasado esta mañana y a cada que lo pensaba más, más sentía que no debía de estar aquí con Chan, más mierda me sentía y menos ganas tenía de seguir con todo esto. Sentía cómo el agua recorría mi cuerpo, cómo caía al suelo y cómo se esfumaba por el desagüe, ojalá se pudiera llevar con ella también estos pensamientos y sentimientos que tengo. Pensé que me sentía o que me sentiría más tranquilo después de todo lo que dije en el piso, pero no. Todo lo contrario, me sentía mucho peor.

Cuando salí de la ducha me puse uno de los pantalones de Chan y únicamente su chaqueta en la parte de arriba. Me sentía muy cómodo con su ropa, aparte de que parecía un poco saco de patatas con ella, era realmente cómoda y olía a Chan. No pensé que me quedase tan grande su ropa la verdad... no es como si nos llevásemos mucho cuerpo el uno del otro, tal vez le guste usar ropa un poco más grande a su talla real, pensé; no me quejé, he de admitir que me veía algo mono con su ropa.

- ¡¿Pero en qué coño estás pensando Lee Minho?! - Dije irritado con un tono de voz baja maldiciéndome a mí mismo por semejantes pensamientos.

Una vez calmé mi sonrojo y mis latidos, tomé asiento en el sillón que se encuentra casi enfrente de Chan, me paré a examinarle. Y empecé a pensar en qué momento me sentí atraído hacia él.

Creo que fue a los meses de empezar a pasar tiempo con él más de seguido. Se tomaba demasiadas molestias por mí todo el tiempo y eso me llamó la atención considerablemente. Me hacía muchos más cumplidos y me hacía compañía cuando tenía que ir a trabajar, recuerdo que yo me ponía a bailar y él a hacer nuestra música, se sentía bastante familiar ahora que lo pienso. Incluso salí con él por primera vez, después de todos estos años, a tomar algo los dos solos y lo disfruté mucho. Empecé a sentirme cómodo después de mucho tiempo con él.

Pensé que su manera de tratarme era porque se quería hacer más cercano a mí en cuanto a nuestra amistad, puesto que yo no había estado muy a favor de intentar llevarme bien con él en ese sentido. Siempre hubo algo que me hacía repelerlo, no sé si tal vez era su personalidad tan cariñosa o su humor algo roto y extraño que me hacían querer tenerlo lejos. Me incomodaba tenerlo cerca al principio de todo y conforme fueron pasando los años mucho más, no me terminaba de gustar su manera de dirigirse hacia mí tan infantil cuando estábamos con los demás, cómo me abrazaba sin venir a cuento, o muy constantemente por razones que aún desconozco. Hasta que este último año intenté hacer una excepción y sinceramente fue mucho mejor de lo que me esperaba, lo que sí que me chocó es que ya no era para nada cariñoso, sino todo lo contrario, mantenía mucho más la distancia que antes y hacía menos bromas de lo normal al principio, me trataba como alguien más y eso me molestó, me molestó que cambiase su manera de dirigirse hacia mí notablemente.

- Realmente sí que me molestó... pero no quería aceptarlo. - Pensé en voz alta. - Ahora que me paro a pensarlo, extrañé la manera de ser que tenía conmigo.

LimboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora