Capítulo 17: Actos repudiables

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Al encontrarse solos, bajo la inmersión de la intriga y la presión constantes en ellos mismos, por darle sentido a todos los agujeros de gusano que había en todo lo relacionado con el Misterioso. Los chicos dieron con diferentes conclusiones, evaluadas como de altas expectativas.

—Tenemos que hablar, es importante —dijo Deborah a una llamada que les hizo de urgencia al resto.

—Yo también tengo algo que decirles —incluyó Chris.

—Yo igual —comentó Angela enseguida.

—Los espero en mi casa…

La rapidez con la que los chicos llegaron a casa de Deborah tomó unos pocos minutos de camino. Encerrados en la recámara, se invadía una incertidumbre de esquina a esquina, y de lado a lado. Toda la habitación se invadió de tanta tensión y angustia, que no sabían como soltar todo lo que tenían por decir. Había tantas cosas de las que no se habían dado cuenta hasta ese ahora.

—¿Quién empieza? —preguntó Deborah.

—¡Hazlo tú! —consideró Chris—. Tú llamaste primero.

—¡Bien!

Lo que los chicos habían descubierto eran detalles que siempre estuvieron ahí presentes, y de lo cuales no le habían visto tanta lógica porque nunca se infundieron en ellos con la cabeza fría.

Deborah, llevaba pensando en el video de Santiago por varios días continuos. Ella ya había visto a la chica del video mucho antes de todo, a pesar de que su rostro no se veía bien, los pequeños rasgos que se podían apreciar fueron suficiente para cavar en lo profundo de sus recuerdos, y encontrar a la indicada, era Trina Carson. Una muchacha del mismo curso de Santiago con la que una vez se topó, cuando pasaba ella a casa de Santiago a recoger un material de clases que Angela había dejado olvidado.

—¿Hablas de esta chica que la encontraste saliendo de su casa? —preguntó Angela a Deborah, al final del enunciado—. Y que, según tú, ambos parecían extraños y se incomodaron con tu presencia.

—Exacto —mostró Deborah una foto de ella en la que se le pueden ver las mechas de color fucsia en su cabello, al igual que el video.

Viéndola desde ese punto de vista, los chicos le encontraron rasgos únicos con la chica del video.

—Al parecer tienes razón —secundó Chris muy convencido.

Deborah tomó su bolso —Esto nos guía a otra cosa —agregó de salida al auto.

—¿A dónde vamos? —le preguntó Angela antes de entrar, y luego dentro del auto, por segunda vez.

Se veía con Chris preguntándose ambos a la vez lo mismo, pero Deborah no les respondía, e inclusive puso el auto en marcha con afán. No fue hasta después de unos minutos, que frenó muy dispuesta para hablar y explicar lo que sucedía.

Se estacionó en una esquina adentrados en el Vecindario‐05, de los que se ubicaban muy cercanos al colegio. En aquella esquina, había a unos cuantos metros una casa de color blanca, en un modelo muy parecido a las del resto del lugar, pero con ciertos aspectos que hacían la diferencia en ella. Ellos ahí estacionados parecían detectives encubiertos, desconfiables para cualquiera.

—Ahora si, les cuento —agregó Deborah—. Lo único que llegué a concluir del video, no fue solo quien era la chica.

Volteó su torso hacia a un lado, para darles el frente a Chris, y quedar de lado junto Angela. Su mirada daba la impresión de que tenía algo grande que decir. Su sospecha, era parte del inicio del camino extenso que tenían por recorrer.

—Creo que a Trina… le sucedió lo mismo que a mí con mi Dave —resaltó.

—¿Qué? —Angela preguntó con conmoción—. ¿Por qué lo crees?

—No lo sé, es una corazonada. Hay algo en el video que me parece extraño, y es que desde donde se grabó, no se enfoca el rostro de Trina —Deborah explicó su inquietud con una determinada claridad de lo que ella veía—. ¿Por qué grabar un video en el que no se vea el rostro de la contraparte? ¿Por qué, si se supone que ambos lo querían?

—Porque la contraparte nunca lo quiso —contestó Chris—. Nunca supo que estaba siendo grabado. Y la falla de quien lo grabó, fue ubicarse desde donde lo hizo. Para luego, ya no pudo cambiarse de lugar, echando a perder cierto detalle del material —concretó Chris dándole mucho sentido a las inquietudes de Deborah.

—Aún si fuera una probabilidad, no hay como refutarla —comentó Angela.

Deborah les sonrió, porque al parecer ella, ya tenía también una forma de hacerlo.

—¡Salgan del auto! —pidió.

Siendo la guía para los chicos, Deborah caminó directamente hacia la casa que se encontraba cruzando la esquina. El aire del ambiente a su alrededor era invasivo para perturbar y dejar ese nervio inquietante por cada extremo de sus cuerpos.

Dos toques al timbre de aquella casa bastaron para que alguien se presentara a la puerta. Imposible no reconocerla, era la joven de aquella foto, Trina. Quien se vio algo nerviosa con la extraña presencia de los tres fuera de su casa.

—No se que busquen, pero aquí no lo encontrarán —se mostró la joven bastante recelosa.

Angela colocó su pie entre el porte, casi de inmediato, lo que le hizo imposible a Trina les cerrara la puerta en la cara.

—Necesitamos hablar —La amenazó Angela con la mirada.

Después de todo, el hallazgo de Deborah causó cierto removimiento a sus enojos.

—Será rápido, lo prometemos —refirió Deborah produciendo confianza.

Pasaron junto a la joven, hacia la sala de la casa. Esta seguía nerviosa, e incómoda, como si supiera a que habían ido los tres.

—Por la preocupación en tu rostro, deduzco que ya sabes porque estamos aquí —comentó Deborah.

—No realmente.

—Entonces me negarás a la cara que no eres tú la del video —soltó Angela sin medidas.

—Ese video no es lo que parece —La joven se alteró más, a la vez que aceptó ser la chica de la cinta.

—¡Maldita zo…!

Deborah se posó en frente de Angela, haciéndola cerrar su boca y deteniendo su arranque de ira.

—Ella no fue quien te falló, tranquilízate —le aclaró—. Trina, será que podemos tomar asiento —consideró muy razonable.

Los cuatro ya sentados, se compartieron miradas llenas de misterios e intriga. Todos pasaron a ser completos mudos, sin señales de emitir un solo ruido con sus bocas. Alguien tenía que romper esa burbuja desconcertante.

—Trina, mencionaste que el video no es lo que parece. ¿Qué quieres decir con eso? —interrogó Deborah siendo empática.

—Que… la verdad no sé como decirlo —sentía vergüenza.

—Solo respóndeme algo. ¿Tu no sabias de la existencia de ese video? ¿Verdad, o me equivoco?

Trina se vio más intrigada. —¿Cómo es que lo sabes? —preguntó con ojos un tanto lagrimeados.

—Una corazonada —simplificó Deborah los detalles—. Eso era todo lo que necesitábamos saber. ¡Gracias!

—¿Eso es todo?

—Sí. Y lo siento mucho por ti.

Deborah se levantó, a esperas de que Angela también lo hiciera. Las miradas que pegaba soben Trina, eran de una fiera resentida, por lo que Deborah temía que aún quisiera saltar sobre ella.

—Angela, perdón por todo lo sucedido.

—No preocupes. Supongo que ya tienes demasiado con tu karma. —Fue mordaz. La miró por encima de su hombro y se retiró junto con los chicos.

Cuando regresaron al auto, se vieron inundados por una especie de retrospectiva.

Chris deseaba agregar los otros descubrimientos. —Hay algo más en todo esto —comentó—. Si chequean de nuevo el video que envió Dave, verán que está editado igual que los videos del Misterioso.

—¿Qué tan estás seguro de eso? —Deborah no se convenció.

—En su totalidad.

—Eso tendría mucho sentido del porqué nos pudo grabar —explicó Angela—. Trabajaban juntos, solo así podría haber estado ahí. Eso era lo que tenía por decirles, aunque pasé por alto el parecido con los videos.

—Sí, solo pudo haber sido él quien grabó el video de Deborah, tiene la misma calidad del video que él mismo nos envió, juntos al casi cadáver de Dave.

—¿Entonces el ha grabado también el video de Santiago y Trina? —Deborah preguntó esta vez.

—No, ese video tiene otra calidad, y estoy seguro de que no fue grabado por el Misterioso —desestimó Chris—. Tal parece ser que un experto con la cámara, y la persona quien grabó ese video de Santiago y Trina, me atrevo a decir que es un novato.

—Todo parece claro, pero a la vez nada tiene sentido —dedujo Angela—. ¿Cómo pretendes desenmascarar a alguien por un delito, cuando tú lo ayudabas a cumplirlos?

—Una, hay alguien más que también los grababas. Dos, no creo que esto sea lo peor de la historia. ¿O si no, por qué el director sería un blanco del Misterioso? —indagó Chris—. Hay tanto que no sabemos, y me causa tanto miedo ante lo que podríamos llegar a descubrir.

Deborah arrancó el auto, marchando de regreso. Desde que empezó lo del Misterioso, habían tendido esa peculiar característica de cada una ensamblarse en un sentimiento distinto, producto de una misma causa. En una tarde habían deducido tantas cosas que parecían dar a una sola conclusión, sin embargo, lo deducido, solo clavaba más agujeros sin sentido. Eran respuestas que acumulaban más preguntas, y preguntas que generaban más incertidumbre. Un completo laberinto de lo incierto.

LO MEJOR ES CALLAR: Deseo de Justicia [4to BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora