Capítulo 33: Trágica imprudencia

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Una vez más, Daniel demostró que era más que útil para el grupo, al encontrar con éxito lo que tanto sospechaban. Largas horas frente a la computadora, esperando hallar ese minuto exacto en el que Carlos y Chase Benson se reunieran de manera misteriosa. No solo dieron al blanco con las cámaras, también acertaron con que el Oficial Benson había sido el traidor de la ley, y el cerdo que tomó esos videos para liberar a su sobrino de la justicia y del precio que debió estar pagando por sus cometidos.



En esta ocasión todos se reunieron en casa de Daniel para despistar a John con cualquier cosa. Deborah no quería que, al encontrárselos en una especie de sociedad secreta, le diera más motivos de sospechas.



-¿Por qué mejor no se deshicieron de los casetes? -preguntó Deborah en cuanto veían el video de la cámara de seguridad.



-Porque quedarse con ellos les genera morbo -contestó Angela a la cuestión-. Documentar les complace, prevalecer les enorgullece, y saber de su existencia les inmortaliza. -Se asqueó.



En la cinta se espetaba con claridad la urdida noche en la que el Oficial le entregó a su sobrino una bolsa sin procedencia, e indescriptible ante los ojos de cualquiera. Había misterio en ellos e impaciencia en sus posturas. Chase tomó la bolsa y regresó a casa. Si esos casetes existían aún, era esa la guarida en la que se escondían.



-Es toda una depravación. Perder uno de esos videos les dolería tanto como recibir un balazo -agregó Chris.



-¿Cómo haremos para obtenerlos? -indagó Daniel-. Sé que parece algo imposible, pero siempre hay una forma, ¿no? -esperanzó.



-Siempre la hay, no lo dudes -comentó Deborah-. Bueno, yo regresaré a casa a pensar en como obtendremos esos casetes.



-Yo igual -secundó Angela.



-Yo me quedaré pensando en algo desde aquí -aclaró Chris.



-Eso ni tú te lo crees -resaltó Deborah con una sonrisa coqueta al marcharse. Detrás de ella salió Angela.



Chris rodó sus ojos hacia Daniel, quien a su vez agachó la mirada ruborizado. Ya solos en casa, hiperventilaron su propia tensión adorando la tranquilidad y un poco de la calma. Minutos libres para no pensar en el Misterioso y dejar de lado el rol de detectives, olvidarse de todo con el poder de los besos y la fantástica naturalidad de las caricias.



-Tengo ganas de ir a la alberca -interrumpió Daniel los besos con Chris en su cálido sofá.



-Pues bien, vamos a la alberca. Al menos el clima está espectacular.



Chris caminó hacia ella sin necesidad de ser guiado por Daniel. Al llegar, se detuvo a respirar el aire fresco. Daniel lo rodeó por la espalda, besó su mejilla. Chris volteó, le besó los labios, se distanció unos centímetros, le sonreía con una pícara malicia. Quitó su camiseta, la tiró a un costado, Daniel también lo hizo, pero fue rápido y en segundos ya estaba en ropa interior, listo para nadar.



Chris seguía minucioso, quitó su cinturón, luego desabrochó su jean, los deslizó lentamente, se quedó en paños menores al igual que Daniel. Se acercó de nuevo a él y lo besó con sutilidad.



-Este día quiero olvidar, quiero ser feliz por un momento -dijo Chris sobre sus labios.



-Así será -Daniel lo tomó de la mano para adentrarse a la alberca.



De inmediato Chris lo detuvo, y lo sostuvo enfrente. Introdujo sus dedos a la pretina de su bóxer, y los rodó hacia abajo hasta dejarlos fuera.



-¡Guau! -Daniel no se esperaba eso.



Esa sonrisa con malicia reapareció en Chris. Dio una vuelta y se direccionó hacia la piscina. Se introdujo de un clavado. Daniel se acercó a la orilla para contemplar el panorama. Quitó su interior e hizo lo mismo, adentrarse sin más. Buscó a Chris y arrinconó su cuerpo a la orilla, lo besó en una insaciable prolongación. Continuaron nadando con sus cuerpos perfectamente desnudos que se veían como arte bajo el agua cristalina.

LO MEJOR ES CALLAR: Deseo de Justicia [4to BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora