Capítulo 13: Juego de roles I

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Muy temprano por la mañana, Deborah y el resto salieron a trotar desde su casa, lo volvían hacer luego de más de cuatro meses sin la práctica. Hubo un tiempo, ocho meses atrás, enero de cual presente año, donde los chicos salían a trotar todos los fines de semana. Una faceta desesperada de Deborah por hacer ejercicio, ya que empezaba a notar unos rollitos de más en su cuerpo, nada importante, pero muy preocupante para la chica modelo de "talla cero", que llegó a tomar la decisión de implementar el ejercicio en su vida. Chris y Angela, sólo recurrieron a lo mismo como un gentil método de motivación.



Duraron cuatro meses en la práctica. Aquellos días eran tan alegres, sin preocupaciones extremas, ni manos manchadas de sangre, solo había monótonos temas de adolescentes. Como revisar alguna tarea faltante para pasar el año escolar, estudiar para un examen, debatir entre cual era el chico más apuesto del salón; nuevos crushes, nuevas fiestas, nuevos celulares del mercado, nuevas tendencias de moda. Esa era la tonta, básica o materialista vida, que valía oro recordar, como una apreciada lipemanía con olor a siglos de antigüedad.



En casa de Deborah, los tres tomaron un descanso, antes de que Angela y Chris regresaran a sus hogares.



-Otra vez estoy sola -mencionó Deborah algo entristecida desde la cocina.



Sonó el timbre. -"¿Quién podría ser a esta hora de la mañana?" -expresaron cada ángulo de sus rostros.



Chris se levantó a abrir. No parecía ser alguien conocido, ni una visita casual. El hombre de alrededor de unos cuarenta años tenía uniforme, era un policía del pueblo. Chris ya no se preguntaba quién era, sino qué demonios era lo que buscaba.



-¿Sí? ¿En qué le puedo ayudar? -sonrió Chris.



-¡Buenos días, joven! ¿Se encuentra la señorita Deborah Santini? -preguntó el hombre.



-¡Esa soy yo! -contestó Deborah, asomando su cabeza por encima del hombro de Chris.



La expresión de su rostro cambió por completo. No se imaginó que fuera un policía quien preguntaba por ella.



-¡Hola, señorita! -dijo el Oficial-. Antes que nada. ¿Se encuentran sus padres o algún mayor?



-No. ¿Por qué la pregunta?



-Porque requerimos de su presencia en la estación de policía.



-¿Y eso?



-Si me acompaña se le explicará todo en la estación, es algo rutinario. Pero si desea, podemos contactarnos con sus padres antes de proceder.



-No es necesario. Iré con usted.



-Una pregunta más. Por casualidad usted -se dirigió a Chris-, y usted jovencita -apuntó a Angela en medio de la sala-. ¿Se apellidan Corewell y Smith? -preguntó.



-¡Si, somos nosotros! -contestó Chris más aturdido.



-También los necesitamos.



Era preocupante, y tal vez ya tenían una vaga idea de porqué los necesitaban en la estación policial del pueblo. Subieron a la patrulla junto al Oficial, quien, por cualquier razón innecesaria, encendió las sirenas del auto, que remetían fuertemente contra los oídos de los chicos, y alborotaba a la vez al pueblo. Les pareció desagradable en su totalidad.



Heaven Grim, tenía la cualidad de ser una localidad bastante silenciosa. La gente vivía entre sus cuatro paredes, como si no existiera el afuera. Los únicos lugares en que se apercibía gran cantidad de gente, era en los alrededores del colegio y la escuela a la hora de entrada y sobre todo en la salida, en el Centro Comercial, y algunos otros lugares, de por así decirlo, la parte central del pueblo; donde había de todo lo que necesitaras para comprar, en tiendas, librerías y supermercados. Lejos de eso, en los vecindarios todo era un silencio inseguro. Calles muy solitarias con unos cuantas personas asomando sus narices, bajo el sonido del viento agravado, movilizando las hojas de árboles que rugían al arrastrarse sobre el pavimento.

LO MEJOR ES CALLAR: Deseo de Justicia [4to BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora