Capítulo 37: Sin un cadáver no hay homicidio II

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Deborah en casa, también había acabado con su tarea. Había quitado su vestido para quedarse solo en ropa interior, y por primera vez en su vida, desde que tenía uso razón, había tomado un trapeador y una escoba para limpiar el suelo de su casa. Se esmeró tanto en hacerlo que veía mucho más reluciente el suelo de la sala, brillaba. Con tanto cloro y detergente vertido en él, no olía a otra cosa, pensó en la suerte que tuvo de que Chase no cayera sobre la alfombra de miles de dólares que su madre tanto amaba. Le quitó el peso de tener que lavarla.

Todos los implementos de limpieza los llevó hasta la lavandería, para rociarlos de miles de litros de agua y cloro, al igual que hizo con si misma y con John. El estado en el que él aún se encontraba, llevó a Deborah ayudarlo a quitar su ropa y encargarse de bañarlo. Parecía un niño aterrado, con cada segundo en el que ella lo miraba a los ojos, le otorgaba sufrimiento, su corazón se acojinaba y se formaban decenas de grietas en el, padeciendo de la muerte en vida. Pedía a gritos que John reaccionara, porque con su hiriente estado de auto-consumición y destrucción, la consumía a ella al mismo tiempo, ya no lo resistía.

Fuera de una demoledora de auto se encontraban los chicos, que tuvieron que persuadir al hombre de la seguridad para que los dejara entrar a esas horas de la noche, cuando ya se había cerrado. Un error con el que no contaron, porque tuvieron que dejar sus rostros al descubierto, aunque Daniel fue quien lo hizo, obligando a Chris a quedarse en el auto y solo quitarse su media nailon, pero a mantener su gorra y no dejar ver directamente su rostro al hombre.

Al salir del lugar, Daniel nuevamente se encargó de mantener la identidad de Chris cubierta.

—Deja de hacer eso —renegó Chris, cuando Daniel lo rodeó con su brazo para cubrir su rostro con parte de su pecho.

—Tú, para de renegar y mantén tu cabeza sobre mi pecho.

—¿Todo bien? —preguntó el guardia del lugar.

—¡Por supuesto! —contestó Daniel con carisma—. ¡Gracias! Que tenga linda noche.

—Igual sea para ustedes, jóvenes —intentó el hombre ver a Chris, pero Daniel lo cubrió mucho más.

Al parecer le pareció extraño que Chris cubriera tanto su rostro, el hombre creyó que algo malo ocurría con él, la extrañeza en su semblante lo dejaba claro; decidió pasarlo de todos modos, no quiso ser imprudente al entrometerse entre cosas de parejas.

Angela, llegó de inmediato por ellos. Habían conducido tan lejos del pueblo solo para terminar en esa demoledora y culminar con la última parte del plan. Con la noche que cada vez se hacía más fúnebre, eran como ambulantes perdidos en un día de luna llena.

—¿Todo salió acorde a lo que planeamos? —les preguntó Angela.

—¡Sí! —contestó Chris un poco enojado.

—Sí, ujum pero ¿qué tienes? —indagó Angela al instante.

—Tuve que descubrir mi rostro ante el guardia de aquel lugar —respondió Daniel en cambio—. No quería dejarnos pasar y tuve que convencerlo, entonces tuve que. Y el niño esta enojado porque no dejé que el hombre viera su rostro, lo cubrí en todo momento.

—Uno hace la diferencia —declaró Angela.

Chris le dio una mirada clavada ya que no esperaba que respondiera eso.

—Lo mismo pensé —secundó Daniel.

Chris levantó sus cejas, pellizcó la parte inferior de su labio con sus dientes, algo frecuente en él, cruzó los brazos, recostó su cuerpo y miró hacia un costado a través de la ventana. Prefirió no discutir.

LO MEJOR ES CALLAR: Deseo de Justicia [4to BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora