Capítulo 53: Tres metros bajo tierra y fin del cuento

31 10 0
                                    

Angela regresó del anfractuoso adversar por el que se dirigía su mente. Ya había revuelto por completo todas sus ideas y les había vuelto a dar un orden. La serenidad y objetividad ante todo. Antes de arrojarse a la hoguera, habían cartas con las cuales escudarse.



-¿Por qué aún no ha llevado estas pruebas a la policía? -permaneció firme-. Son sólidas y suficientes como para abrir una investigación por "supuesto homicidio" -pareció burlarse en el énfasis de sus dos últimas palabras.



-Pensé que me haría más fácil el trabajo -contestó Carlos con la misma tranquilidad-. Pero... tal vez deba tomarte la palabra.



-Me sorprende sabe. -Se cruzó Angela de piernas-. ¿Por qué creyó que yo le haría más fácil su trabajo? -Se asomó esa corta burlada risa en ella.



Acomodó Carlos su chaqueta. Hizo un gesto con su boca pensando en su respuesta. -Porque eres dulce y encantadora -respondió.



-Por si no lo sabe, Carlos -Lo tuteó-. Hay dulces que envenenan y encantos que hasta matan -Se colocó Angela de pie- Creo que la charla se ha acabado.



Carlos impotente se bebió el resto de Whisky en el vaso de Angela, al filo de la pequeña mesa de star. Recogió sus imágenes y caminó hacia la salida. Chris había estado escuchando toda la llamada temiendo desde el otro lado del país. Osadamente, Angela jugó a último momento con esa carta de la que encontraría una inmunidad para ella y los chicos.



-¡Adiós, Peter! -agregó atenta cuando Carlos estaba a punto de marcharse.



Ese movimiento Carlos no lo vio venir ni en mil años luz. Por descuidado, reaccionó tal y como Angela deseó. Había volteado por completo, y luego para parecer despreocupado cuestionó: -¿Cómo me llamaste?



La sonrisa encantada de placer que se reflejaba en Angela lo hizo darse cuenta en lo que había caído.



-Peter Watson. Gracias por confirmar lo que ya sospechaba.



-¿Qué se supone que sea eso?



-Que tal nombre está en una de las cintas de violación de Chase. Y otras pitas más que guían hacia el mismo.



Carlos ya no salió de la casa, le tocó regresarse a investigar hasta donde sabía Angela del tema.



-¿Cuánto sabes de esas cintas? -continuó acercándose.



-Lo mismo que sabes tú de tu sobrino. Especulaciones y conjeturas que parecen llevarte a un lugar, pero que en realidad no son nada.



-¿Intentas chantajearme? -No parecía tan desesperado.



-Mas inteligente, no podrías ser.



-¿Qué te hace pensar que te creo?



-No sé, dímelo tú. Al fin y al cabo, mis amigos y yo acabamos con toda la pandilla en la que era parte Chase. Y pues tengo pruebas en tu contra. -Caminó Angela hacia él, no tan cerca, pero menos distante-. Es irónico que seas el último libre. Podría hasta recibir una medalla de honor -estrujaba demasiado de su carta final-. Si olvidamos esta charla y todas esas estúpidas conjeturas, podríamos volver a saludarnos por las calles del pueblo.



-Tú no tienes nada. Mi nombre está limpio de todo ese caso.



-Arriesga y verás. Puede que más rápido que el disparo del flash de una cámara te encuentres tras las rejas. -La seguridad en Angela parecía su trato firmado-. Muchos afirman que lo mejor es callar, Peter.



Caminó el Oficial Benson en círculos. Debatía la opción con un dedo sobre su boca cerrada. Sonreía en su interior, luego su sonrisa se volvió más evidente.

LO MEJOR ES CALLAR: Deseo de Justicia [4to BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora