Capítulo 43: La escrupulosidad de los secretos

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El primer día de nieve acobijó fríamente a los íncolas de Heaven Grim. Una mañana con temperatura muy fría, que se estimaba mucho más gélida para las próximas horas y días. Pero el clima helado era lo de menos, estas épocas del año eran las que más amaban las personas; el beso del final y comienzo que dejaba el mes de Diciembre, era lo que todos y cada uno de los habitantes de la ciudad entera, anhelaban desde cada nuevo año.



No obstante, sin tristezas y lamentos nunca se llegaba a subsistir en la vida, por lo cual, la temporada de nevada en Connecticut y sus pequeños pueblos, se encargaba de recordarlo. Cada año eran las causantes de grandes y mayores cantidades de accidentes automovilísticos, a lo que siempre se pedía la mayor precaución en las personas a la hora de conducir. Unos, a veces, eran menos inconscientes que otros, y pasaban por alto lo voraces que se convertían las carreteras congeladas.



Por la tarde del mismo día, Chris salió de casa hacia donde Daniel; una sorpresa esperaba por él en casa de su novio. Ansioso por lo que podía ser que guardaba Daniel, y carismático con la nieve, Chris tomó su destino sintiéndose como nuevo ahora que podía despertar sin pensar en el Misterioso y sus mandatos. Tiempo después, algo grave ocurrió entre los dos. Lo que debió ser una tarde gélidamente gris, pero de regazos cálidos embelesados de amor, se quedó en una tarde grisácea y fría como tal, que por el contrario, lanzó despiadadas dagas de hielo a la frágil y vulnerable alma adamada de Chris.



Mientras discutía con Daniel en su auto, de camino a casa de Deborah y a una velocidad imprudente, ambos cargaban la inmersión de sentimientos mal hirientes bajo sus semblantes.



-¡Detén el maldito auto, Daniel! -exasperó Chris con una ira pavorosa desde el asiento trasero.



-¡Deberías calmarte primero! -Le gritó Daniel en cambio-. ¡Necesito que te calmes! -pidió.



Chris rompía en llantos, cada vez más y más fuerte. Llevaba consigo una desorción de tantos abrumares, como la traición unida a una púdica negación; la devastación de un sentimiento inmenso, que se enraizaba a su corazón en hileras incautas, sedientas por verter su sangre. Y el sufrimiento de perder una ilusión que abrazó con tanto amor, y que solo se hacía ver en ese momento, como la peor de las utopías.



-No se quién eres. -Apenas Chris podía expresarse, ante los titubeos de su propia voz dolida.



-¡Deja de decir eso, por favor! ¡Me conoces, Chris! ¡Soy yo, Daniel! ¡Tú Daniel! -suplicaba él en ardidos llantos.



-No, tú no eres Daniel Stoker. -Se rehusó Chris-. No eres nada de lo que creí, nada de lo que me hiciste creer... eres mucho peor que un monstruo. -Sus palabras se ahogaron junto al asfixia de su ser.



Daniel secó con su brazo parte de sus lágrimas, resguardando en sus adentros el dolor. Prefirió concentrarse en el camino, sin extender un debate que creyó él que por el caluroso obcecar de sus mentes, no induciría a una comprensión, mucho menos a una conclusión.



-Deja de mirarme así -susurró igual, apenado con la vista en el retrovisor.



Chris solo se mostraba aterrado, perplejito, invidente de la racionalidad. Todo su interior se apretujaba, a tal punto que todo en él se volvía deficiente. Padecía un lento agonizo que no conocía el cesar. Era una muerte sinfín.



Aún más cegado en el aturdimiento de sus sentidos, en su desespero inconsciente por mantenerse lejos del monstruo de Daniel, como él lo llamó. Chris colocó sus manos sobre el volante, obligándole al monstruo a detener el auto sin importar que. Al final, el freno que Daniel improvisó, solo terminó por empeorar todo de la manera más trágica posible. El volante al igual que el freno, dieron un punto en blanco, que hizo al auto expenderse dos metros del duro y sin sentimientos suelo congelado, y dar cuatro vueltas en campanas que terminaron por destrozarlo en casi su totalidad.

LO MEJOR ES CALLAR: Deseo de Justicia [4to BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora