dos

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Freddy no tenía noción del tiempo ahí, no sabía cuánto tiempo debía pasar para desaparecer en la nada absoluta. Cada vez que quería conversar con alguien solo debía llamar a Dos para que fuera a hacerle compañía.

Mirando el cielo el tiempo inexistente dentro de ese lugar pasaba y a Freddy no le importaba, cómo dijo Dos, ese lugar había sido hecho para que el castaño tuviera un último descanso en paz.

— Dos, ¿Estás ahí?

El pequeño emergió de la tierra, con su postura encorvada de siempre y su rostro cayendo como si de una vela derretida se tratase; — Aquí estoy, Freddy.

— Dos, ¿Cuánto tiempo estaré aquí?

El pequeño se quedó callado, desvió su rostro hacia el horizonte infinito y después al cielo; — ¿Sabías que puedes cambiar las nubes del cielo?  Si lo piensas.

Freddy miró hacia arriba intrigado imaginando que llovía, las nubes comenzaron a oscurecer haciendo del ambiente cálido a uno frío pero acogedor. El árbol impedía que el agua llegara al castaño, quien con tranquilidad veía como caía el agua a lo lejos.

Los sonidos de las hojas del árbol siendo medidas por el viento, la lluvia cayendo despacio a lo lejos, le hicieron sonreír.

Almas inversamente proporcionales (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora