cincuenta y cuatro

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Fred abrió los ojos, estaba muy oscuro, su sombra parecía proyectarse delante de él dando a entender que la luz existía solo detrás de él, se dió media vuelta y miró el lugar de dónde venía la luz.

— ¿Hola?

Entrecerró los ojos, había algo oscuro entre la luz, era como su una bombilla pequeña diera luz a una pequeña parte de la oscura habitación.

Curioso, Fred comenzó a caminar hacia la masa oscura, cuando llegó se dio cuenta que frente a el había un niño pequeño, en el suelo, recostado de costado mientras abrazaba sus rodillas, respiraba con dificultad y parecía enfermo.

Fred asustado y preocupado al mismo tiempo se le acercó, se puso de rodillas frente a él e intentó cerrarlo al hacerlo se dió cuenta de dos cosas, primero, su rostro se derretía como si de una vela se tratase y su cuerpo parecía borroso en ciertas áreas, su pecho subía y bajaba con dificultad, su cabello era idéntico al de Fred incluso su piel era grisácea.

La segunda cosa de la que se dio cuenta fue que de la espalda del niño crecía la gran masa que iluminaba la pequeña bombilla, Fred dio un salto había atrás asustado, entrecerró los ojos intentando reconocer que era lo que se movía.

Deseaba que hubiera más luz para apreciar mejor lo que tenía enfrente, la bombilla de pronto comenzó a brillar más fuerte, así pudo ver, por desgracia lo que se encontraba ahí.

Eran hombres, todos creciendo abominablemente de la espalda del niño, todos deformes y juntos, eran una masa de carne gigante, se movían, todos querían tocar al niño, peor ninguno llegaba, o no se atrevían al saber que alguien los observaba.

Fred miró con horror lo que pasaba ahí, comenzó a reconocer algunos rostros de los hombres que iban a visitarlo de vez en cuando, todos aquellos que lo habían tocado alguna vez, incluso los que no lo habían tocado.

Sus rodillas se sintieron débiles, haciéndolo caer, atemorizado, horrorizado, sus ojos temblaron junto con el resto de su cuerpo, perdió la respiración y con un hilo de voz llamó al niño frente a él; — ...¿Fred?...

El niño movió la cabeza, apoyo uno de sus codos sobre el suelo y levantó un poco su cuerpo, parecía buscar sin ojos a quien lo había llamado, la única voz gentil que había llegado a él; —...¿Sí?...

El corazón de Fred se detuvo un segundo, el miedo.se apoderó de sus entrañas, quería salir a cómo diera lugar, pero también quería quedarse y deshacerse de la gran masa de hombres que aprisiona a su niño.

Pero no pudo hacer nada.

Almas inversamente proporcionales (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora